domingo, 4 de mayo de 2014

El lado oculto de Juan Emilio Bosch Gaviño

El maestro toma su tiempo aparte para enriquecer el saber de los alumnos, si Don Juan lo hizo con Leonel y Danilo y otro lumpen de la  política dominicana;   ¡Dios nos Salve! 
El maestro se marchó dejando un legado de confusión, libros, frases y una experiencia que ha servido de diccionario al quehacer de la política y la vida misma de los dominicanos.  Asombrado sigo  asimilando la espontaneidad de Juan Bosch  Gaviño y,  su recorrido por la patria de Duarte y otras tierras en las cuales sembró semilla literaria; al parecer durante su estadía en el sitio de los vivos nada le fue ajeno. Conservó como propia su patria y mantuvo su quehacer con los libros de enseñanza que dejo como legado;   parece ser que todo su accionar de la vida y su legado lo empaqueto, amarro y se lo llevo consigo al más allá.
Su principal consigna como bandera política le fallo. Sostuvo en sus tiempos que para armonizar en el universo de la política había que pactar y pacto con la delincuencia que no le permitió gobernar. Sumo a la osadía de su vida aquella famosa frase que quedo inscrita en el sitial de la memoria histórica de los dominicanos,  “Borrón y Cuenta Nueva”.  Este parámetro ha servido de vergüenza nacional para todos los hombres  que creíamos que esa frase en esos tiempos engendraría un nuevo concepto del vivir en los seres humanos. Hasta hoy no entendemos la responsabilidad que asumió del Profesor Juan cuando hizo casi bíblica esa frase. Dicho pronunciamiento se usa en el presente  para amarrar el progreso embarrando la cultura familiar dominicana a un  contundente  atraso moral.
Muchos son los que hoy en día no pueden entender y yo me cuento entre esos, si el conocimiento y el saber del Profesor Bosch,  utilizando los límites del raciocinio en base a su experiencia en otros países y, tan cerca de la Revolución cubana,   pudo analizar lo que en ese tiempo significaba, ese paso de atraso que sello aquella formula que todavía hoy repercute en la política nuestra.
A Juan Bosch lo arropo un temor inmenso que estuvo sujetado a la correa de Balaguer. El tigueraje político, que fue la bandera de  Balaguer,  había sido confeccionado por ambos. Danilo Medina se ha sujetado a ese cordón umbilical y aunque nunca se ha pronunciado vinchista se muestra boschista-leonelista con reservas balaguerista.  Esta combinación de patriotismo se torna miserable.
Para nosotros los que conocimos a Juan Bosch, ese simple hecho lo mantenemos como una marca de antojo de preñez en la cara. Fue un hombre que se mostró inmaculado, terco, personalista y podría yo decir que  cobarde. Conto la historia a su manera tratando de hacerla más entendible, conjugando la realidad de los hechos que fluían en su imaginación. Poseyó en ese accionar una agenda de juegos que no llego a sus alumnos.   Debe desde su tu tumba llorar  arrepentido porque no dejo un alumno que le superara o le imitara por lo menos. Debemos revisar entonces, el ejercicio de la política que uso y los trámites de su literatura.
El maestro se marchó dejando un legado de confusión, libros, frases y una experiencia que ha servido de diccionario al quehacer de la política y la vida misma de los dominicanos. Hoy su teoría no se acerca a la práctica que el mismo no uso bien.
Parce ser que los alumnos siempre se sintieron  en distancia con Bosch y sus predicas. Su idea está congeladas en el espacio, ahora solo se cree en el poder mostrando un posible lado oscuro de Bosch que no conocíamos.
¿Quizás ese  era el  lado oculto  del círculo de estudios del Partido de la Liberación Dominicana?
Por Roman Polanco

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