En estos días, miles de trabajadores recibirán su salario de Navidad. Sé que probablemente no rendirá mucho y que, en el mejor de los casos y actuando con responsabilidad, apenas alcanzará para la cena de Nochebuena, para comprar algunos regalos a nuestros seres queridos y tal vez para hacer ciertos arreglos al hogar.
Otros, los menos afortunados, tendrán que amortizar las deudas acumuladas durante el año que transcurre, tratando de llegar a enero con menos dificultades. El doble sueldo quedará en manos de los bancos o de los prestamistas.
Otros, los menos afortunados, tendrán que amortizar las deudas acumuladas durante el año que transcurre, tratando de llegar a enero con menos dificultades. El doble sueldo quedará en manos de los bancos o de los prestamistas.
En fin, cada cual tiene sus propios problemas y buscará la manera de enfrentarlos, a sabiendas de que no necesariamente habrá soluciones definitivas. Lo importante es que esos chelitos que entrarán no sean derrochados, lanzados al viento, utilizados en caprichos pueriles o en el imperio de Baco.
Evitemos los excesos en esta Navidad, que el mundo no se acaba con el año, que luego nos arrepentimos de lo que hicimos, pero nos percatamos cuando ya tenemos la soga al cuello. Gastar en cosas superfluas es absurdo, es más, es un irrespeto a nuestras familias, que de seguro tienen necesidades que merecen atención y recursos. Antes de comprar una etílica bebida, pensemos en lo que falta en la casa. Es asunto de prioridades.
En estos tiempos abundan las malsanas tentaciones y la pérdida del buen juicio. La locura protagoniza los escenarios. No hay tranquilidad. Hasta en los cementerios hay bulla. Hay personas de escasos recursos económicos que gastan en bebidas el equivalente de lo que le falta a su hijo para completar el año escolar con mejores condiciones. Y hay gente rica que se burla de sus hermanos cuando en una noche despilfarra cien veces más de lo que le paga en un año al jardinero de su mansión.
Navidad no es sinónimo de francachela, ni de conductas erráticas, ni de bohemias desenfrenadas. Navidad significa sosiego, paz y esperanza, además de una excelente ocasión para revisarnos y para pensar qué debemos corregir. Y recordemos que nada como la Navidad para proponernos metas que en base a nuestro esfuerzo podamos alcanzar.
Navidad no es sinónimo de francachela, ni de conductas erráticas, ni de bohemias desenfrenadas. Navidad significa sosiego, paz y esperanza, además de una excelente ocasión para revisarnos y para pensar qué debemos corregir. Y recordemos que nada como la Navidad para proponernos metas que en base a nuestro esfuerzo podamos alcanzar.
un mensaje final: utilicemos con sentido común el salario.
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