miércoles, 31 de diciembre de 2014

No botemos los pesitos en Navidad.



En estos días, miles de trabaja­dores recibirán su salario de Navidad. Sé que probablemente no rendirá mucho y que, en el mejor de los casos y actuando con responsabilidad, apenas alcanzará para la cena de Noche­buena, para comprar algunos regalos a nuestros seres queridos y tal vez para hacer ciertos arre­glos al hogar.
Otros, los menos afortu­na­dos, tendrán que amortizar las deudas acumuladas du­rante el año que transcurre, tratando de llegar a enero con menos dificultades. El doble sueldo quedará en manos de los bancos o de los prestamistas.
En fin, cada cual tiene sus propios problemas y buscará la manera de en­frentarlos, a sabiendas de que no ne­ce­sa­riamente habrá soluciones definitivas. Lo importante es que esos chelitos que entra­rán no sean derrochados, lanzados al viento, utilizados en caprichos pueriles o en el imperio de Baco.
Evitemos los excesos en esta Na­vidad, que el mundo no se acaba con el año, que luego nos arrepentimos de lo que hicimos, pero nos percatamos cuando ya tenemos la soga al cuello. Gastar en cosas superfluas es absurdo, es más, es un irrespeto a nuestras familias, que de se­guro tienen necesidades que merecen atención y recursos. Antes de comprar una etílica bebida, pensemos en lo que falta en la casa. Es asunto de prioridades.
En estos tiempos abundan las malsanas tentaciones y la pérdida del buen juicio. La locura protagoniza los escenarios. No hay tranquilidad. Hasta en los cementerios hay bulla. Hay personas de escasos recursos económicos que gastan en bebidas el equivalente de lo que le falta a su hijo para completar el año escolar con me­jores condiciones. Y hay gente rica que se burla de sus hermanos cuando en una noche despilfarra cien veces más de lo que le paga en un año al jardinero de su mansión.
Navidad no es sinónimo de francachela, ni de conductas erráticas, ni de bohemias desenfrenadas. Navidad significa sosiego, paz y esperanza, además de una excelente ocasión para revisarnos y para pensar qué debemos corregir. Y recordemos que nada como la Navidad para proponernos metas que en base a nuestro esfuerzo po­damos alcanzar.
 un mensaje final: utili­cemos con sentido común el salario.

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