Las guerras y el extremismo violento han marcado un año en el que la ONU y su Consejo de Seguridad, pese a una frenética actividad, han mostrado su impotencia a la hora de detener los conflictos en el mundo.
Siria, Ucrania, Gaza, Irak, la República Centroafricana o Sudán del Sur. La lista de conflictos es casi interminable y en pocos casos la situación ha mejorado a lo largo de los últimos doce meses.
"Podría parecer que el mundo se está viniendo abajo", resumió en septiembre el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en la apertura de los debates de la Asamblea General.
Por cifras, el caso más sangrante sigue siendo el de Siria, donde la guerra se acerca ya a su quinto año y ha dejado más de 200.000 muertos.
Pese a las numerosas iniciativas, incluidos varios episodios poco habituales de unidad en el Consejo de Seguridad, la ONU no ha sido capaz de avanzar hacia una solución al conflicto.
En febrero, el Consejo aprobó por unanimidad una resolución exigiendo a las partes que detuviesen el asedio sobre las ciudades y permitiesen el acceso de la población a la ayuda, y en julio volvió a unirse para autorizar a las agencias humanitarias a dar apoyo a través de cruces fronterizos sin permiso del Gobierno de Damasco.
Pese a ello, la realidad sobre el terreno sólo ha registrado leves mejorías y la situación sigue siendo agónica para millones de personas.
Ante el bloqueo de las negociaciones de paz, el mediador internacional para Siria, Lajdar Brahimi, renunció en mayo y fue reemplazado por el italiano Staffan de Mistura, que actualmente trata de impulsar el establecimiento de zonas libres de conflicto que detengan la lucha en puntos clave del país.
En los últimos meses, la guerra ha quedado además eclipsada en parte por la brutalidad de los yihadistas del Estado Islámico (EI), cuyo avance ha centrado gran parte de la atención del Consejo de Seguridad.
Así, con el EI en el punto de mira, la ONU aprobó este verano una resolución para frenar el fenómeno de los combatientes extranjeros en una reunión al más alto nivel encabezada por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
La decisión demostró que la lucha antiterrorista se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los puntos que generan más unión en el Consejo de Seguridad, donde la guerra en Ucrania ha profundizado la división entre Rusia y las potencias Occidentales.
El máximo órgano de decisión de la ONU fue escenario durante meses de tensos debates en los que las dos partes se cruzaron acusaciones y donde el único acuerdo llegó con la tragedia del vuelo de Malaysian Airlines para pedir una investigación sobre el suceso.
El conflicto de Oriente Medio también ha ocupado este año repetidamente la agenda del Consejo de Seguridad, pero las divisiones han impedido avances a las distintas iniciativas, incluida la anunciada por el presidente palestino, Mahmud Abás, para hacer que la ONU fije una fecha para el fin de la ocupación israelí.
Como organización, las Naciones Unidas sí fue protagonista en las gestiones para detener la violencia en Gaza, donde además sus instalaciones fueron víctimas de varios ataques durante la ofensiva israelí.
En África, los conflictos en países como Mali, la República Centroafricana, Sudán y Sudán del Sur han dejado víctimas y planteado desafíos a las misiones de paz de la ONU, que han sufrido numerosos ataques y choques con autoridades locales.
Y si las guerras y la violencia no eran suficientes, la epidemia del ébola se erigió este año como una nueva amenaza para el mundo ante la que, en este caso sí, la respuesta internacional parece por ahora haber ido en la buena dirección.
En lo institucional, este año continuaron las voces que demandan una reforma del Consejo de Seguridad para terminar con el orden establecido tras la Segunda Guerra Mundial y que permite a Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido y Francia vetar cualquier propuesta.
Entre los nuevos miembros que se sumarán al máximo órgano de decisión de la ONU el próximo 1 de enero figuran España, que se impuso en una apretada votación a Turquía para hacerse con una plaza, y Venezuela, que tuvo el apoyo de los países latinoamericanos y cuya presencia en el Consejo ya ha sido criticada por EE.UU.
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