viernes, 19 de diciembre de 2014

Leonel participó en gestión para acercar a EEUU y Cuba. HILLARY CLINTON FUE ENCARGADA DEL SEGUIMIENTO A ESTA MISIÓN.



EL EXMANDATARIO DE RD ACTUÓ A SOLICITUD DEL PRESIDENTE BARACK OBAMA.

Santo Domingo
En una diligencia secreta, de la que nunca se informó oficialmente en 2010, el entonces presidente dominicano, Leonel Fernández, cumplió una misión mediadora que marcaba el principio del deshielo entre Cuba y los Estados Unidos, actuando a solicitud del presidente norteamericano Barack Obama.
Con el asentimiento del propio líder de la revolución cubana, Fidel Castro, y de su hermano Raúl, presidente de Cuba, el doctor Fernández recibió permiso para visitar en la cárcel de La Habana al prisionero norteamericano Alan Gross, cuya liberación este miércoles selló el acuerdo que permitió el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Cuba y los Estados Unidos.
La visita al prisionero Gross duró cerca de una hora y el Presidente le hizo saber que  estaba actuando por una causa humanitaria, a solicitud del presidente Obama por lo cual le pedía mantener total discreción. No era momento propicio para revelar al mundo que estas tratativas se estaban realizando entre los dos países, con mediación de terceros.
El entonces gobernante dominicano acordó los términos de su gestión mediadora directamente con el presidente Obama durante una visita oficial que hizo a la Casa Blanca y en la que se acordó que, en principio, la misma se limitaba únicamente al intercambio de prisioneros, es decir, de Gross y otros cubanos detenidos por espionaje en Estados Unidos durante más de 15 años.
Fernández fue a la prisión acompañado del entonces canciller dominicano -hoy finado- Carlos Morales Troncoso, y de Luis Bogaert, alto funcionario de la Cancillería, y el encuentro fue registrado con fotos que tomaron las autoridades cubanas y que luego le suplieron al Presidente dominicano, quien las hizo llegar a la entonces secretaria de Estado norteamericano Hillary Clinton y al mismo Obama.
Para entonces, la información pública oficial era que el presidente Fernández iría a La Habana el 22 de julio del 2010 a pronunciar una conferencia sobre el tema “La crisis financiera global” en la Universidad de La Habana, a reunirse con los profesores de la Cátedra Juan Bosch y a depositar una ofrenda ante el monumento a José Martí, culminando luego con una reunión con el presidente Raúl Castro en el Palacio de la Revolución.
El expresidente dominicano ya había estado en La Habana en visitas oficiales en septiembre del 2006, en noviembre del 2008, en diciembre del 2009 y con la de julio del 2010 contabilizaba cuatro visitas.
La secretaria Hillary Clinton fue encargada de dar seguimiento a las gestiones del Presidente dominicano. Un aspecto clave de la negociación era su carácter secreto. Por eso el presidente Fernández nunca reveló ese papel que estaba jugando.
Ya tenía experiencia en dos situaciones conflictivas: en el manejo de las negociaciones para restablecer las relaciones entre Colombia y Venezuela, afectadas por los duros enfrentamientos entre los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez, y posteriormente en la crisis que siguió al derrocamiento del presidente Manuel Zelaya, de Honduras, tras de lo cual la Organización de Estados Americanos aplicó sanciones para aislar a Honduras.
Fernández logró sacar de Tegucigalpa al Presidente derrocado, que se había guarecido en la embajada del Brasil, y traerlo como asilado a la República Dominicana. 
En el caso de Cuba, Fernández tenía la encomienda de dejar en claro que las negociaciones se limitaban a la excarcelación mutua de prisioneros de ambos países, sin que se interpretara ese paso como un preludio a otras concesiones y acuerdos, como el que acaba de anunciarse esta semana y en el que intervinieron, de forma determinante, el Papa Francisco y el gobierno de Canadá.

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