Preparando una ponencia titulada “Pasado y presente del Desarrollo Turístico de la República Dominicana-Aportes de una experiencia exitosa”, atendiendo a una gentil invitación de la Cámara Americana de Comercio en Nicaragua, reflexionaba sobre los principales logros del sector público para el desarrollo de la industria turística en la última década.
Llegue a la conclusión de que las principales políticas públicas exitosas a considerar son: 1. Adecuada inversión del Estado dominicano en infraestructura vial, en particular en autopistas de última generación; 2. Política aeronáutica de cielos abiertos y una política migratoria abierta al turismo; 3. Aumento del presupuesto de promoción turística, a medida que aumentan los ingresos provenientes de la industria; 4. Legislación de fomento al desarrollo del sector turismo, que a través de sus modificaciones no solo ha mantenido vigencia, ha contribuido a la competitividad como destino de inversión; políticas cuyos resultados muestran la importancia de invertir en el principal sector exportador del país, el mayor productor de divisas(US$ 5,124.8 millones) e importante creador de empleos directos e indirectos. Veamos esto con mayores detalles. Los efectos positivos de la moderna autopista y el boulevard que une a la ciudad capital con los polos turísticos Romana-Bayahíbe y Punta Cana-Ubero Alto no han sido evaluados aún en toda su magnitud, y es lógico, puesto que lo mejor está por desarrollarse. Lo mismo ocurre (pero en mucha menor magnitud) con la Autopista Juan Pablo II que une a la ciudad capital con el Noroeste del país, desde Playa Grande hasta Samaná.
A título de ejemplo, pensemos en el beneficio que resulta de la reducción anual de importaciones por consumo de combustible, piezas y repuestos para el país, al disminuir en unas dos horas el trayecto Santo Domingo-Bávaro, considerando que son más de 300,000 vehículos anuales que transitan dicha ruta.
Cuando digo que lo mejor está por venir, me refiero a que la ciudad de Santo Domingo se encuentra en una fase de transformación como destino turístico y de negocios, no solo por el Proyecto BID-MITUR para la zona colonial, más aún, por la renovación de su planta hotelera, que empezara con la construcción del Hotel Hilton hace unos años atrás, y siguiera con el Holiday Inn. Por demás, el Embassy Suites by Hilton y el JW Marriott serán aperturados este año. Así mismo, el Sheraton ha sido renovado con las facilidades que exige esa prestigiosa marca, el Renassaince Jaragua está cerrado por remodelación y otros hoteles de la ciudad se preparan para hacer lo mismo.
En la ciudad colonial ha surgido una nueva oferta hotelera que conjuga el concepto de hoteles boutique con el patrimonio histórico arquitectónico de esa zona de la ciudad capital, pudiendo citarse los hoteles Nicolás de Ovando, Francés y Mercure, de la cadena Accor, y más recientemente el Hotel Billini.
La apuesta obvia es un aumento del flujo de turistas del corredor Este del país que recibe a través de los aeropuertos de Punta Cana y La Romana más de un 65% de los visitantes extranjeros por vía aérea, así como un incremento del negocio de MICE, como se le llama al de conferencias y congresos. Ciertamente, la construcción de un centro de convenciones en la ciudad de Santo Domingo es una necesidad que se torna imperiosa.
Por su parte, la industria aérea se ha mantenido en constante evolución, afectada por los altos costos de combustible, eficiencia de los equipos, las líneas de bajo costo, las tasas aeronáuticas y demás. Líneas aéreas regulares que antes parecían tener un monopolio en el país, continúan en el espectro nacional pero sin la preponderancia de antes. Una adecuada política de cielos abiertos no solo nos ha permitido afrontar el hecho de que no tenemos una línea aérea nacional que sea competitiva internacionalmente, más aún, nos ha permitido crecer el negocio del turismo. En el año 2005 recibimos 53,090 vuelos regulares y 16,969 vuelos charters (73,059 operaciones aéreas). En el 2013 recibimos 72,360 vuelos regulares y 12,335 charters (84,695 operaciones aéreas); un incremento de más del 15%. Igualmente, la política migratoria para la industria turística ha sido cónsona con el desarrollo del sector. Ciudadanos de más de 125 países pueden entrar al país solamente con la compra de una tarjeta de turismo; entre ellos, los que provienen de los principales mercados emisores de turismo como lo son Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania y Rusia.
Nuestro presupuesto de promoción y mercadeo -que durante años fue pírrico comparado con otras naciones del Caribe- fue de US$22 millones en el 2005 y en el 2013 alcanzó los US$58 millones, nos ha permitido competir y triunfar. Esto es un ejemplo de la madurez que ha alcanzado el conocimiento de la industria sin chimeneas, por parte de las altas instancias del Estado.
Importante en todo esto ha sido el impulso dado por la Ley 158-01 del 2001, sobre Fomento al Desarrollo Turístico y su reciente modificación, y particularmente su impacto al incluir todo el territorio nacional y con ello a la ciudad de Santo Domingo, y la extensión de los incentivos fiscales a 15 años para ser competitivos internacionalmente.
Esperamos ahora por la promulgación del Reglamento de aplicación de la ley, el cual ya ha sido consensuado por MITUR y ASONAHORES. Este Reglamento, entre otros, deberá establecer el régimen que aplicará para la renovación de hoteles con 5 o más años de construidos, y para la reconstrucción o remodelación de la planta hotelera que cuenta con 15 o más años de construida, en todo el territorio nacional.
Podemos decir, que el Estado dominicano ha sido exitoso en la implementación de las políticas públicas citadas. Tiene tareas permanentes como son el tema de la seguridad y la salud en los polos turísticos, y otras pendientes como es armonizar el interés del Poder Ejecutivo hacia el sector turismo con el conocimiento, entendimiento e interés del Poder Municipal; intereses que muchas veces se ven enfrentados, en perjuicio del desarrollo adecuado del sector y de municipalidades específicas.
Finalmente, cuando vemos el país turístico, que es todo el territorio nacional, arribamos a la conclusión de que solo la región Sur espera quien le escriba, y afortunadamente todo parece indicar que hay voluntad de Estado y del sector privado para que esto ocurra.
Entonces, entiendo que puedo y podré afirmar que el panorama del sector turismo dominicano ¡ES ALENTADOR !
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