Carlitos, un niño muy despierto de siete años de edad, presencia con frecuencia cómo sus vecinos en El Café de Herrera pelean con machetes, puñales y cuchillos, y a veces, cuando su madre no lo observa, el pequeño imita esas acciones y un día por poco hiere a su hermanito “jugando”.
“Yo quiero mudarme de este barrio, porque mi hijo vive imitando las malas acciones de los vecinos y ya no sé qué hacer para evitar que presencie esos pleitos. Esos tipos se sacan sangre a los puños, a machetazos y Carlitos es muy inventador, todo lo quiere estar copiando”, dice la preocupada madre. Aunque no lo hace con intención de maltratar a nadie, Carlitos manifiesta la misma conducta en la escuela, por lo que su madre ha tenido que ir en múltiples ocasiones a reuniones con los maestros para hablar de las actitudes del niño.
Todo este proceso es parte de la socialización compleja por la que atraviesa la sociedad actual, al que no se le ha prestado mucha atención, precisa el sociólogo José Antinoe Fiallo. El profesor universitario dice que con la creciente migración de la zona rural a la urbana, en los últimos 25 años ha aumentado la población de la ciudad y fruto de la aglomeración se presentan acciones violentas por la falta de tolerancia o de respeto, que repercute en los niños.
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