Radhamés Gómez Pepín no necesita presentación, pues es el hombre que durante 47 años (26 de los cuales se ha desempeñado como director) ha llevado las noticias vespertinas a los hogares dominicanos a través del legendario periódico “El Nacional”.
Ser uno de los periodistas más destacados de República Dominicana parecía estar escrito en su destino, pues inició su carrera de manera casual el 14 de diciembre del año 1927, en su natal Santiago.
Con él hablamos sobre cómo era el ejercicio de la profesión cuando empezó, y nos contó cómo fue el proceso de pulir su brillante carrera y cómo percibe el panorama actual de la prensa local.
Y por supuesto nos habló de su nueva obra; “Pulsaciones: periodismo de opinión”, un libro que abarca más de 60 años de su desempeño como periodista.
¿Por qué decidió ser periodista? Primero, porque yo no hacía nada… Era un vago, y no tenía intenciones de trabajar, pues si en casa me mantenían, ¿para qué iba a trabajar? Pero mi papá, que “no comía cuentos” dijo: “Usted va a trabajar”, y gracias a que en la academia donde estudié en Santiago (al norte de República Dominicana) nos daban clases de redacción y fui redactando “cuentecitos”, pude entrar a “La Información” de Santiago.
En principio me pusieron a hacer coberturas sociales. Yo hacía escritos como: “Cumple años hoy la bella señorita…”
Así comencé.
¿Cómo pasó de hacer “sociales” a convertirse en ese sagaz periodista que todos conocemos? ¡Oooh! ¡Ese es un proceso! De las sociales, como te dije, me entrenaron, entonces probaron conmigo en otros aspectos del periodismo rutinario y, de acuerdo al criterio de los editores del periódico, lo hice bien.
Entonces vino el problema del sueldo: mi salario era de siete pesos a la semana; pedí aumento y tuve una “garata” muy, muy fuerte, con los ejecutivos de ese medio, y entonces pensé: “Yo no voy a echar más para delante aquí”, porque me había decidido a ser “dizque periodista” (risas). Luego pasé a ser corresponsal de “El Caribe” en Santiago.
Tiempo después vine a Santo Domingo, hablé con Pablo Rosa, que era el jefe de redacción, y con Germán Ornes, que era el director, y les dije que me interesaba trabajar en la capital, y ellos me dijeron: “Bueno, ven a probarte”.
Para entonces mi salario pasó a ser de 125 pesos, las cosas mejoraron y encontré un ambiente más amplio para desarrollarme.
Un buen día me llamó Pablo Rosa y me dijo: “Mira, Javier, el que cubre Palacio está de vacaciones y tú lo vas cubrir y yo le dije, sorprendido, “¿a Palacio?”, ¡Ya tú sabes! ¡Yo que había venido hace poco y tenía todo ese “monte” encima! Fui, cubrí las vacaciones, pero vi que se terminaron y me seguían mandando a cubrir esa fuente.
Un buen día, Pablo me llamó y me dijo: “Mira Radhamés, ya no tienes que ir a Palacio todos los días, el Jefe (Rafael Leónidas Trujillo) llamó y dice que donde él vaya los fines de semana te manden a ti” y dije “¡Cooomo! y me preguntó “¿Qué opinas?”
¿Que yo opino? ¡C…, vamos a hacer el trabajo!
¿Cómo era un día de cobertura con Trujillo? En ese proceso estuve un año con él para arriba y para abajo, pero antes de salir te lavaban el cerebro: “No se te ocurra preguntar”, “cuando el Jefe quiere hablar, él llama”… Pero yo me ponía donde él me viera.
Un día Trujillo me llamó y entonces dije “¡Ya sí se me hizo!”. Él empezó un dictado, y al final me dijo: “¿Qué te parece?” Le respondí: “Muy bien!”. “Adió, (risas), como que yo le iba a decir otra cosa!” (Y soltó una larga carcajada).
¿El periodismo es un oficio que se lleva dentro o que se aprende? Las dos cosas. Se lleva dentro, pero se aprende, porque cuando se habló aquí de una escuela de periodismo yo seguido compré los libros. Todo eso te forma, más la práctica.
Después de llevar más de 50 años ejerciendo como periodista y viendo el panorama actual, ¿se ha llegado a preguntar por qué no eligió otra profesión? Uno a veces se incomoda y dice cosas, como “¡no sea pen…, para qué me metí a esta vaina!”. No crea eso, usted se metió porque le gustaba, y le gusta, porque la solución de no gustarle es irse. Al que no le guste, que se vaya. La puerta está ahí.
En los últimos años hemos visto cómo médicos, choferes, docentes, etcétera, salen a la calle en defensa de sus puestos de trabajo y mejores remuneraciones y se involucran de los temas del Código Laboral, por ejemplo. En cambio, los periodistas permanecen inactivos ante lo que sucede con sus empleos o sus derechos… ¿A qué cree usted que se debe? ¿Tú sabes algo?, quien formó ese ambiente fue Germán Emilio Ornes, era un tipo que decía “me hacen un sindicato y van pa’ fuera todos”. Y lo hacía. Eso traumatizó a más de una generación de periodista.
Hoy en día al periodismo ya no se le puede llamar el Cuarto Poder… ¿O sí? Los periodista siempre han sido ocurrentes.. Oye lo que se han inventado, ¡dizque “cuarto poder”! ¿Poder de qué? Lo que yo veo en el periodismo es un “macuteo” sin control. Oye, tú no te imaginas, tú eres muy jovencita, muchos colegas usan esto de “banquito”, y ganan mucho dinero por fuera solo porque trabajan en un periódico. Duele, pero es así, y no nos tapemos las caras porque no se va a resolver.
¿Se puede ser un periodista fiel a los principios éticos de la carrera, con salarios que van desde los 12 000 pesos, pero que en muy pocos casos llegan a 30 000? Quizás no. No. Pero yo, como periodista, críe una familia de siete muchachos, y todavía hoy sostengo parte de esa familia.
Mezclar el trabajo de periodista con una posición dentro del tren gubernamental, ¿favorece o más bien deprime el ejercicio periodístico? No, no estoy de acuerdo. Usted es lo que es, no se puede estar atendiendo dos cosas al mismo tiempo. Dentro de un periódico se tiene mucha responsabilidad, si la gente se pone a atender otra cosa se descuida. Y eso hoy es normal, pero cuando comencé no se podía.
¿Qué le falta a la nueva generación de periodistas dominicanos? Necesita “foguearse”. Lo están cogiendo muy suave, tienen demasiadas herramientas tecnológicas que le hacen muy fácil el trabajo.
Dicen que el futuro del periodismo es digital y que incluso el papel inevitablemente desaparecerá ¿Qué opina? Se está abusando de eso. El periodismo digital es bueno si es bien utilizado. Tiende a imponerse hoy en día porque hasta los bebés saben usar estas herramientas y todo se sabe al minuto en todo el mundo.
¿Considera que con la tecnología de por medio es difícil dar un verdadero “palo”? Para nosotros no. Ayer mismo dimos uno con un tema sobre el Cuerpo Consular de RD. Pero ya los famosos “palos”, (o primicias) no son tan comunes como antes.
¿Cuál ha sido el éxito de “El Nacional”? Decir la verdad sin tapujos, sin favoritismo, duela a quien le duela. En ese aspecto he tenido suerte como ejecutivo, nunca he tenido imposiciones ni con Freddy Gatón Arce, con quien comencé aquí (en “El Nacional”), ni con Molina Morillo, ni con Pepín, que es el dueño.
¿Se imaginó que su columna “Pulsaciones”, tendría este éxito, cuando la escribió por primera vez? (Ríe) Eso nació un día que le dije a Ornes que quería una columna y me dijo: “Bueno, escríbela”, y de una en una, se fue pegando la columna… ¿Cómo? Diciendo la verdad, o al menos la verdad como yo la veía. Una de las “Pulsaciones” más famosa es “el relato de Martincito”, escrita en 1963. Es la historia del mejor amiguito de uno de mis hijos en el colegio Quisqueya, que murió de cáncer. Esa en especial está en este libro, Pulsaciones: periodismo de opinión.
¿Cómo le gustaría ser recordado? Como un buen amigo.
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