Un canto de niños desplazados para el Papa: Desde la localidad de Betania cerca al lugar en donde Jesús fue bautizado, el Papa Francisco dirigió un discurso a un grupo de aproximadamente 600 refugiados y de jóvenes con discapacidad, ante quieres señaló su gran preocupación por el conflicto en Siria, y expresó su deseo de que Dios convierta a los violentos y a los que tienen proyectos de guerra. El Santo Padre también hizo una fuerte denuncia contra quienes fabrican y venden armas.
El Santo Padre dijo al comenzar sus palabras que “el lugar en que nos encontramos nos recuerda el bautismo de Jesús.
Viniendo aquí, al Jordán, para ser bautizado por Juan, se mostró humilde, compartiendo la condición humana: se rebajó haciéndose igual a nosotros y con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación”.
Viniendo aquí, al Jordán, para ser bautizado por Juan, se mostró humilde, compartiendo la condición humana: se rebajó haciéndose igual a nosotros y con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación”.
“Nos sorprende siempre esta humildad de Cristo, cómo se abaja ante las heridas humanas para curarlas. Y, por nuestra parte, nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio”.
El Santo Padre dijo que piensa “en primer lugar, en Siria, lacerada por una lucha fratricida que dura ya tres años y que ha cosechado innumerables víctimas, obligando a millones de personas a convertirse en refugiados y a exilarse en otros países”.
Tras agradecer la labor del pueblo jordano al recibir a una gran cantidad de refugiados de Siria e Irak y, luego de hacer lo propio con instituciones como Cáritas Jordania, el Pontífice recordó que esta institución asiste “a los necesitados sin distinción de credo religioso, pertenencia étnica o ideológica, manifiestan el esplendor del rostro caritativo de Jesús misericordioso. Que Dios omnipotente y clemente los bendiga a todos ustedes y todos sus esfuerzos por aliviar los sufrimientos causados por la guerra”.
“Me dirijo a la comunidad internacional para que no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda”.
Francisco renovó también su urgente llamado “a la paz en Siria. Que cese la violencia y se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones. La solución, de hecho, sólo puede venir del diálogo y de la moderación, de la compasión por quien sufre, de la búsqueda de una solución política y del sentido de la responsabilidad hacia los hermanos”.
El Papa dijo también a los jóvenes presentes que “se unan a mi oración por la paz. Pueden hacerlo ofreciendo a Dios sus afanes cotidianos, y así su oración será particularmente valiosa y eficaz”.
“Les animo a colaborar, con su esfuerzo y sensibilidad, en la construcción de una sociedad respetuosa de los más débiles, de los enfermos, de los niños, de los ancianos. A pesar de las dificultades de la vida, sean signo de esperanza. Ustedes están en el corazón de Dios y en mis oraciones, y les agradezco su calurosa y numerosa presencia”.
Para concluir, el Papa dijo que “al final de este encuentro, renuevo mi deseo de que prevalezca la razón y la moderación y, con la ayuda de la comunidad internacional, Siria reencuentre el camino de la paz. Dios convierta a los violentos y a aquellos que tienen proyectos de guerra, y fortalezca los corazones y las mentes de los agentes de paz y los recompense con sus bendiciones”.
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