lunes, 26 de enero de 2015

Francis Caamaño tuvo una sola cara, y la puso al servicio de la Patria.



La injuria y la invención de una imagen distanciada de quien fue Francis Caamaño perjudica a sus detractores, no al héroe nacional.

El coronel de Abril, Francisco Alberto Caamaño Deñó, más ampliamente conocido como Francis, por su etapa guerrillera, vuelve a estar de moda en el debate público dominicano.
Recientemente el debate giraba en torno a la existencia o no de sus restos. Intervienen el Ministerio de Cultura, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses y la Procuraduría General de la República, además de sus familiares. Se debate si los restos encontrados en Nizaíto son o no son los de Francis Caamaño.
El Congreso Nacional emitió una ley de traslado de los restos de Caamaño al Panteón Nacional. Ha sido reconocido como presidente Constitucional de la República, cuando se le proclamó como tal por un Congreso débil, dividido, en 1965, ante la ausencia de autoridad, luego de iniciadas las acciones armadas para restablecer el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch.
Hamlet Hermann, ex compañero de guerrillas de Caamaño, ha dado a conocer nuevos datos sobre la biografía de este hombre valioso y héroe nacional, que encabezó el enfrentamiento a las tropas interventoras de los Estados Unidos a nuestro país, en 1965.
Aparte del libro publicado sobre las negociaciones de Caamaño con la OEA, Premio Nacional de Ensayos, Hermann ha relanzado la biografía ampliada de Francis Caamaño.
Hace 42 años se produjo el desembarco guerrillero de Caracoles, y en él Caamaño fue apresado vivo y luego fusilado. Fue un crimen. La dimensión y el aprecio del pueblo dominicano por quienes ofrendaron sus vidas por la libertad crece, y es justo que así sea.
Un grupo de ex compañeros de Caamaño, que no participaron de la guerrilla, y que tampoco han realizado ninguna actividad que se le reconozca como patriotas o luchadores por la libertad, después de su separación del proyecto de Francis Caamaño, está intentado ahora ofrecer “la otra cara de Caamaño”.
Se le ha presentado como un hombre sin moral, como un borracho, como un vago, como un mujeriego, abusador, irresponsable. Y se cuentan historias  de Caamaño que le colocan en una dimensión muy distanciada de lo que se ha conocido y discutido durante 42 años, luego de su muerte. No es justo, ni lícito, aunque se quiera buscar la verdad histórica, denigrar a los muertos, que están imposibilitados de refutar directamente los argumentos que ahora se esgrimen.
Si es el Archivo General de la Nación que tiene el propósito de recopilar estas versiones, debía tener algún proyecto que conserve la memoria histórica de los que ahora no pueden responder, porque ofrendaron muy tempranamente sus vidas por la libertad de la que hoy disfrutamos los dominicanos.
Es un tema doloroso. Hamlet Hermann ha recordado que en su libro El Fiero, sobre Eberto Lalane José, recoge el testimonio de este otro héroe nacional, sobre la deserción del grupo de hombres que hoy lanza dardos envenenados contra la memoria histórica de Francis Caamaño. Y lo que dijo Eberto sobre ellos es lo siguiente:
No se sintieron capaces de enderezar los rumbos torcidos de la organización, como era su deber, y prefirieron el camino fácil de abandonarnos, inventando para su propio consuelo nuevas organizaciones, nuevos caminos, nuevas ideas. Y todo esto, para aceptar luego con resignación el monasterio, la pasividad que tanto pretendieron combatir en nosotros, en mí, en el jefe de nuestra organización. Estúpida y reprochable ha sido esta actitud, por cuanto no se adoptó para asumir una posición más radical y decidida frente al verdadero y principal obstáculo que se interponía en nuestro camino, lo cual hubiese sido meritorio, sino que por el contrario, aceptaron la derrota resignados y se condenaron espontáneamente al disfrute de los placeres y la comodidad que les da el medio de las ciudades.

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