Por "comunismo" se entiende algo distinto de lo que se entiende por "socialismo". Si este último supone la socialización de los bienes de producción, el primero supone la socialización de todo tipo de bien, sea de producción o de consumo (algo que es conocido también con el nombre de "comunidad de bienes". El comunismo, pues, presupone al socialismo, pero este último no implica necesariamente al comunismo. Conviene tenerlo en cuenta para no confundir una discusión sobre la posibilidad del comunismo con otra, muy distinta, sobre la posibilidad del socialismo.
La comunidad de bienes solo puede sustentarse sobre una situación de abundancia. Solo en la abundancia es posible que todo sea propiedad de todos. Si tu y yo estamos solos en una habitación y tenemos una especie de "máquina generadora de plátanos" no nos tenemos que poner de acuerdo sobre cuantos plátanos se come cada cual o, dicho de otra manera, sobre cuantos son tuyos y cuantos son mios. Un "comunismo de los plátanos" seria posible en una situación así. En cambio, cuando solo hay tres platanos a mano se impone la discusión sobre el reparto de los plátanos, sobre que plátano o que porción de plátano corresponde a cada uno de los dos.
Esto fue visto con claridad por Karl Marx. Según su teoría de la Historia, el desarrollo de las fuerzas productivas (de la capacidad productiva del ser humano) llegaría a un nivel tal que abandonaríamos el "reino de la necesidad" y entraríamos en el reino de la abundancia. Una situación así vería desaparecer la propiedad privada y con ella el sistema de clases, porque resulta superfluo que unos tengan mas recursos que otros si los recursos son abundantes. Por eso, el régimen económico de este estadio final de la Historia humana sería la comunidad de bienes, donde "cada uno aportaría según su voluntad y recibiría según su necesidad".
La teoría de la Historia de Marx, muy solvente en muchos sentidos, adolecía no obstante de un defecto muy propio de los sistemas teóricos del siglo XIX: se basaba en lo que luego se ha dado en llamar la hipótesis débil de la escasez. Según esta hipótesis, es factible para el ser humano alcanzar un nivel de desarrollo productivo tal que se entre en una situación de abundancia. La escasez vendría impuesta sobretodo por limitaciones de tipo social, por sistemas sociales que en su día alimentaron el desarrollo de las fuerzas productivas pero que en un determinado momento empiezan a obstruirlas. Marx pensaba que el capitalismo había fomentado un extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas pero que tarde o temprano su estructura de clases se convertiria en un impedimento para la continuidad de ese desarrollo. La revolución obrera y la llegada del socialismo, al liberar definitivamente a las fuerzas productivas de los obstáculos impuestos por las divisiones de clase, prepararia el terreno para la sociedad de la abundancia y, por ello, para el comunismo. La hipótesis débil de la escasez se resumiría en la siguiente aserción: la escasez de recursos no es un hecho natural sino sobretodo el producto de una determinada organización social.
Desde entonces para acá, hemos podido comprobar que la realidad no es tan esperanzadora. El informe Meadows y el movimiento ecologista han puesto sobre la mesa, en efecto, una visión muy distinta de las cosas: no solo los recursos de que dispone la Humanidad no son abundantes, sino que muy probablemente no lo serán nunca. La escasez, pues, es un dato, y no un producto de una organización social deficiente (mas allá de que esta pueda, en efecto, agravar las situaciones de escasez). Es lo que se conoce como hipótesis fuerte de la escasez. Si unimos esta hipótesis a la afirmación sostenida mas arriba de que el comunismo solo es posible en situaciones de abundancia, la conclusión es clara: el comunismo es imposible. Parece ser, pues, que la Humanidad siempre se va a ver condenada a decidir qué se produce, con qué recursos, en qué cantidad y para qué destinatario.
Otro debate es si esa decisión la dejamos de algún modo en manos del pueblo, como proponemos los socialistas, o de unos cuantos poderes privados no sometidos al escrutinio democrático, como proponen los liberales.
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