Roma. Según la revista ‘Caretas’, los 19 mil clientes del IOR (iniciales del Banco Vaticano) recibieron sendas cartas donde se les asignaba una escala de riesgo de 1 a 5: el máximo se le atribuyó a personas políticamente expuestas, que en el caso del Vaticano son cardenales.
Al parecer, se trata de un procedimiento estándar a nivel internacional, pues el mayor riesgo de los efectos del lavado de dinero es atribuido a los jefes de gobierno, ministros y demás. Algunos cardenales, como el de Lima, o algún obispo, no lo tomó bien y cambió de banco.
Desde Italia, María Antonietta Calabrò señaló a la revista que una fuente le señaló que el cardenal Juan Luis Cipriani consideró que el nuevo procedimiento de control de clientes delBanco del Vaticano de acuerdo con las normas internacionales era como “ofensivo” para un príncipe de la Iglesia.
Cabe indicar que los procedimientos de control son mucho mayores para los cardenales sobre la base de criterios de riesgo establecidos en las organizaciones internacionales de carácter general para los llamados responsables políticos.
Según Calabrò, no se supo nada sobre el saldo de cuenta ni a cuánto ascendía. Esta historia está consignada en la reedición del libro “Le mani della mafia”. Tiene casi 400 páginas y apareció este año.
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