jueves, 2 de octubre de 2014

Abu Sayyaf amenaza con decapitar a uno de los dos rehenes alemanes el día 17

Manila, Filipinas
Los rebeldes islamistas filipinos de Abu Sayyaf amenazaron hoy con decapitar el próximo 17 de octubre a uno de los dos turistas alemanes que mantienen como rehenes, tras anular su anterior ultimátum.
"El ultimátum ha sido trasladado al 17 de octubre, a las 15.00 (07.00 GMT), cuando veréis a uno de ellos muerto", dijo el portavoz de Abu Sayyaf, Abu Rami, en declaraciones telefónicas al diario local The Star.
El grupo, que Estados Unidos y Filipinas vinculan a Al Qaeda, anunció en un principio que decapitaría a ambos alemanes antes del 10 de octubre si Alemania no retiraba el apoyo a la ofensiva de EEUU contra el Estado Islámico en Iraq y Siria y si no recibía 5,6 millones de dólares.
Rami explicó que la primera amenaza fue "un aviso" y que esta última va en serio: "No es ninguna broma, porque nosotros no jugamos con la sharia (ley islámica).
Según el rebelde, el Gobierno de Alemania aun no se ha puesto en contacto con ellos para negociar la liberación de los rehenes, lo que consideró como "un insulto".
El nuevo ultimátum de Abu Sayyaf surge después de que el Gobierno de Filipinas, que ha asegurado que no negocia con terroristas, enviara el martes a más de 1.000 soldados a la isla de Sulu, donde se cree que los rebeldes retienen a los alemanes.
Los rehenes rogaron por sus vidas el lunes pasado en un mensaje trasmitido por la emisora Radio Mindanao Network (RMN), y pidieron a los gobiernos de Filipinas y Alemania que hagan todo lo posible para que puedan volver a ver a sus familias.
Los dos turistas navegaban en una embarcación por aguas del sur de Filipinas cuanto fueron capturados el pasado abril, y el 24 de septiembre Abu Sayyaf divulgó un vídeo con sus amenazas y demandas.
Abu Sayyaf, formado por unos 400 rebeldes, tiene en su poder a otros dos europeos, un holandés y un suizo, desde febrero de 2012, además de un guardacostas de Malasia y a una mujer china y su hija.
Esta banda fue creada en 1991 por un puñado de excombatientes de la guerra de Afganistán contra la antigua Unión Soviética y se le atribuyen algunos de los atentados más sangrientos de los últimos años en Filipinas y numerosos secuestros con los que se financia.

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