La proliferación de escuelas en el municipio Villa Altagracia contrasta con el óxido que corroe las plantas de su parque industrial, que sume en la desesperanza a una población de más de 84 mil personas.La situación de desempleo que impacta la calidad de vida de miles de villaaltagracianos ha provocado una masiva emigración hacia el Gran Santo Domingo, en busca de mayor oportunidad.
Villa Esperanza, como se le llama a la zona franca de este emblemático municipio de la provincia San Cristóbal, poco tiene que ofrecer a estos munícipes que han tenido que sobrevivir de otras actividades como el motoconcho.
Para el 2010, la Oficina Nacional de Estadística registró en esta zona una tasa de desempleo de 9.3 por ciento. El estudio describe que 65,059 personas tienen edad para trabajar, de una población de 84 mil 312.
Sólo dos empresas han logrado sobrevivir, una cartonera y una fábrica textil, que entre las dos no ofrecen 300 plazas de empleo. Mientras que las demás plantas del parque industrial se hunden en el descuido por falta de funcionamiento y mantenimiento.
Añoran el pasado
El panorama descrito lleva a muchas personas, de más de 30 años, a añorar la década de los 80, cuando operaba el ingenio Catarey. Según datos suministrados por el director del distrito escolar de Villa Altagracia, Félix Agustín, en la actualidad existen 182 centros educativos, de los cuales 16 están en la tanda extendida.
Pero este progreso en la educación debe ir acompañado de oportunidades para los jóvenes que cada mañana llevan sobre sus hombros una mochila cargada de esperanza, a juicio de la profesora de básica, conocida como De la Cruz.
María Altagracia conoce más que nadie esta realidad, ya que se vio obligada a enviar a su hijo a la capital, una vez cumplió la mayoría de edad. Convencida dijo: “Aquí no hay futuro”.
La crisis también se evidencia en el cuerpo de bomberos. A pesar de tener dos camiones estacionados, sólo dan respuesta a las emergencias, las veces que no presentan fallas técnicas debido al mal estado.
A esto se le suma que la zona de abastecimiento de agua se encuentra a casi cuatro kilómetros de la estación de bomberos. Los moradores cuentan con mucha precisión las veces que han tenido que sofocar el fuego por sí mismos, a falta de la disponibilidad de equipos.
El presidente del Concejo de Regidores del Ayuntamiento, César Agüero, está consciente de la precariedad que enfrentan los casi 30 miembros del cuerpo de bomberos para responder ante cualquier emergencia y aseguró que ya se está gestionado un camión de extinción de incendio.
El psicólogo clínico José Castro no visualiza un futuro promisorio para miles de jóvenes, que buscan prepararse en medio de las dificultades, si no cambia el horizonte estéril de oportunidad.
Villa Esperanza, como se le llama a la zona franca de este emblemático municipio de la provincia San Cristóbal, poco tiene que ofrecer a estos munícipes que han tenido que sobrevivir de otras actividades como el motoconcho.
Para el 2010, la Oficina Nacional de Estadística registró en esta zona una tasa de desempleo de 9.3 por ciento. El estudio describe que 65,059 personas tienen edad para trabajar, de una población de 84 mil 312.
Sólo dos empresas han logrado sobrevivir, una cartonera y una fábrica textil, que entre las dos no ofrecen 300 plazas de empleo. Mientras que las demás plantas del parque industrial se hunden en el descuido por falta de funcionamiento y mantenimiento.
Añoran el pasado
El panorama descrito lleva a muchas personas, de más de 30 años, a añorar la década de los 80, cuando operaba el ingenio Catarey. Según datos suministrados por el director del distrito escolar de Villa Altagracia, Félix Agustín, en la actualidad existen 182 centros educativos, de los cuales 16 están en la tanda extendida.
Pero este progreso en la educación debe ir acompañado de oportunidades para los jóvenes que cada mañana llevan sobre sus hombros una mochila cargada de esperanza, a juicio de la profesora de básica, conocida como De la Cruz.
María Altagracia conoce más que nadie esta realidad, ya que se vio obligada a enviar a su hijo a la capital, una vez cumplió la mayoría de edad. Convencida dijo: “Aquí no hay futuro”.
La crisis también se evidencia en el cuerpo de bomberos. A pesar de tener dos camiones estacionados, sólo dan respuesta a las emergencias, las veces que no presentan fallas técnicas debido al mal estado.
A esto se le suma que la zona de abastecimiento de agua se encuentra a casi cuatro kilómetros de la estación de bomberos. Los moradores cuentan con mucha precisión las veces que han tenido que sofocar el fuego por sí mismos, a falta de la disponibilidad de equipos.
El presidente del Concejo de Regidores del Ayuntamiento, César Agüero, está consciente de la precariedad que enfrentan los casi 30 miembros del cuerpo de bomberos para responder ante cualquier emergencia y aseguró que ya se está gestionado un camión de extinción de incendio.
El psicólogo clínico José Castro no visualiza un futuro promisorio para miles de jóvenes, que buscan prepararse en medio de las dificultades, si no cambia el horizonte estéril de oportunidad.
Villa Altagracia tiene escasez de agua
El esplendor de su belleza natural, donde nacen importantes acuíferos, no beneficia a miles de familias que sufren escasez de agua. Barrios como Flor de Liz y El Pajarito gozan del líquido cada quince días por menos de una hora, de acuerdo con la estilista María Altagracia, quien asegura que sólo existe una razón que justifica la situación, la falta de interés de regulación. Considera que todo es parte de un plan que beneficia a empresarios que se lucran con la venta de agua que se distribuye en camiones.
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