De acuerdo con la National Library of Medicine, el insomnio es un estado causado, o empeorado, por los malos hábitos del sueño o del estilo de vida.
En algún momento de la vida, todos hemos llegado a experimentar la frustración de desear dormir y no poder, de dar vueltas interminables a la cama hasta haberla dejado inhabitable. Hemos conocido la dificultad para conciliar el sueño o de permanecer dormido durante la noche, durante semanas o meses.
De acuerdo con la National Library of Medicine, el insomnio es un estado causado, o empeorado, por los malos hábitos del sueño o del estilo de vida. Como por ejemplo, acostarse a una hora diferente cada noche, hacer siestas diurnas, carecer de un ambiente adecuado para dormir, pasar demasiado tiempo en la cama mientras se está despierto, no hacer suficiente ejercicio, consumir cierto tipo de fármacos o sustancias psicoactivas, estar demasiado angustiado o triste, sufrir de algún dolor o malestar físico, estar bajo constante estrés en un periodo largo de tiempo, entre otros más.
Como resultado del insomnio, nuestro cuerpo y mente sufren ciertos cambios que degeneran nuestra salud. Desde el desempeño académico, profesional y sexual, hasta el envejecimiento temprano de ciertos miembros del cuerpo. Para tratar esta afección, usualmente se hace uso de fármacos antihistamínicos, de sedantes o antidepresivos. Sin embargo, es posible enfrentar esta indisposición cambiando ciertos hábitos, como los que te compartimos en seguida:
- Delibera las horas de sueño que necesitas. Investigación científica demuestra que una persona necesita descansar lo suficiente para que sea productiva y saludable; sin embargo, este lapso de tiempo varía según las necesidades de cada quién. Puede tratarse desde siete hasta nueve horas al día; no obstante, encuentra cuál es tu nivel de sueño óptimo e intégralo a tu estilo de vida.
- Concientiza este nuevo ritmo de sueño. Aunque hay personas quienes están satisfechas con sólo cinco horas al día, no todas las personas se adecúan a ese ritmo. Puedes darte cuenta del tiempo que necesitas si, en un día libre, tu cuerpo decide dormir más de lo que deseas. Sé honesto contigo, siente tu cuerpo y toma conciencia de ello.
- Crea un ritual antes de dormir. Muchas personas apagan las computadoras, entran a su cama y esperan dormir durante cinco minutos. Pero, no siempre es posible. Es indispensable crear un ambiente de sueño adecuado: aleja aquello que te distraiga, haz algunos estiramientos de yoga, medita durante cinco a diez minutos, toma una taza de té, disfruta de la luz tenue y un baño caliente.
- Intenta un diario. De acuerdo con investigaciones psicológicas, el escribir tres cosas por las cuales estás agradecido antes de dormir, ayuda a reducir los niveles de insomnio. Ayuda a ser específico como: “Hoy me siento agradecido por la experiencia de trabajar con X en el proyecto de estrategias porque aprendí cómo hacer un mejor análisis.” La clave es la especificidad.
- Aléjate de los estresores. Dos de los factores que inhiben el sueño son las agendas ocupadas y trabajar durante muchas horas. Intenta organizar tu día con el fin de que descanses antes de prepararte para dormir.
- No intentes reactivarte después de haber intentado dormir. Esto quiere decir, evita revisar tu teléfono móvil, entrar a redes sociales, sentarte frente a la computadora, leer, entre otros. Si no puedes dormir, intenta relajarte o meditar en tu cama.
- Mantén el horario y el diario. Nuestros cuerpos se adecúan fácilmente a las rutinas; una vez que hayas adquirido el hábito del ritmo circadiano, será sencillo que puedas descansar. Lleva un diario del tiempo en que has intentado dormir y las horas que has descansado. Mide tus patrones de sueño, encuentra las estrategias que puedan ayudarte.
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