Radio Santa María tendrá desde noviembre un nuevo director. El padre José Victoriano, SJ, sustituirá al padre Eduardo –Yayo– García Tamayo. El padre Victoriano dirige la emisora Magis FM, en el Instituto Politécnico Loyola, es presidente de la Unión Dominicana de Emisoras Católicas (UDECA), y es profesor de comunicación en la PUCMM.
El padre García-Tamayo, director de Radio Santa María por más de 12 años, ha sido destinado a trabajar en Cuba.
Conversamos con el padre Yayo en el acto conmemorativo a Mamá Tingó, celebrado el sábado 1ro. de noviembre, en el Santo Cerro
–Padre Yayo, ¿hemos oído que usted deja la dirección de Radio Santa María?
–Al término de este acto de celebración de la misa-concierto por los 40 años del asesinato de Mamá Tingó en el Santo Cerro, cierro una etapa de trabajo en Radio Santa María. Hace doce años, en 2002, llegué a la emisora de la gran familia. Antes, había compartido el trabajo de los jesuítas en la provincia de Dajabón a lo largo de 23 años, 15 en las parroquias de Loma de Cabrera y Restauración, y más de 8 en las parroquias de Dajabón y Partido. Radio Marién me acogió simultáneamente por cuatro años.
–¿Y qué lecciones se sacan en estos 12 años?
–Al durar más de doce años en Radio Santa María, me pasé de tiempo. Doce años, número bíblico, es mucho, probablemente dema-siado, especialmente para un medio de comunicación. Será bueno para Radio Santa María tener un nuevo director que, con ideas, bríos y pilas nue-vas, anime a la gran familia a adentrarse más resueltamente en este siglo XXI, de camino a los 60 años que cumplirá en 2016. Es hora de formular nuevas respuestas a los retos de los tiempos actuales, desde la comunicación educativa y ciudadana que Radio Santa María ha desarrollado por 58 años. Esperen cosas buenas que el equipo de la gran familia prepara para el pueblo dominicano.
–¿Y qué dice de usted?
–Yo he vivido un ciclo de 35 años de trabajo pastoral y comunicacional en la República Dominicana, más otros cinco de primeras experiencias apostólicas y formativas. En total, 40 años. No de desierto, sino de oasis. 40 años de acogida, de verme invitado a trabajar y de ser integrado a este ámbito de cordialidad que es la República Dominicana. Aquí crecí, aquí conocí la vida, aquí me sentí en casa, en la patria. Aquí pude vivir cerca de gente económicamente pobre y humanamente sobresalientes. En estos 40 años descubrí y viví en comunión con un pueblo que quiere avanzar y dejar resueltamente atrás los planteamientos que no son provechosos para todos y todas.
–¿Y hemos oído decir que va a Cuba?
–Desde esta abundancia de sentido y benevolencia que he experimentado por cuatro décadas, me siento enviado a colaborar en una nación que siempre ha sido especialmente cercana a los dominicanos y dominicanas: Cuba. Allí nací y viví los primeros 17 años de mi vida. Ir ahora a aportar algo, aunque con siete décadas de vida encima, me entusiasma y sobrecoge.
–¿Tiene una palabra para Dominicana?
–Ahora necesito agradecer a Quisqueya, la bella, por encontrarme cargado de afectos y sueños compartidos, equi-pado con tantas experiencias enriquecedoras, testigo de tanta fe vivida a mi alrededor en el amor de cada día. Me alegro de verme, una vez más, necesitado de su oración y de pedirles que me guarden ese espacio gratuito en su corazón que solo Dominicana sabe abrirlo con tanta sencillez. Abrazos para Dominicana y los dominicanos.
–No hay palabras. También lo abrazamos nosotros a usted y le agradecemos sus 35 años de servicio en el país.
Conversamos con el padre Yayo en el acto conmemorativo a Mamá Tingó, celebrado el sábado 1ro. de noviembre, en el Santo Cerro
–Padre Yayo, ¿hemos oído que usted deja la dirección de Radio Santa María?
–Al término de este acto de celebración de la misa-concierto por los 40 años del asesinato de Mamá Tingó en el Santo Cerro, cierro una etapa de trabajo en Radio Santa María. Hace doce años, en 2002, llegué a la emisora de la gran familia. Antes, había compartido el trabajo de los jesuítas en la provincia de Dajabón a lo largo de 23 años, 15 en las parroquias de Loma de Cabrera y Restauración, y más de 8 en las parroquias de Dajabón y Partido. Radio Marién me acogió simultáneamente por cuatro años.
–¿Y qué lecciones se sacan en estos 12 años?
–Al durar más de doce años en Radio Santa María, me pasé de tiempo. Doce años, número bíblico, es mucho, probablemente dema-siado, especialmente para un medio de comunicación. Será bueno para Radio Santa María tener un nuevo director que, con ideas, bríos y pilas nue-vas, anime a la gran familia a adentrarse más resueltamente en este siglo XXI, de camino a los 60 años que cumplirá en 2016. Es hora de formular nuevas respuestas a los retos de los tiempos actuales, desde la comunicación educativa y ciudadana que Radio Santa María ha desarrollado por 58 años. Esperen cosas buenas que el equipo de la gran familia prepara para el pueblo dominicano.
–¿Y qué dice de usted?
–Yo he vivido un ciclo de 35 años de trabajo pastoral y comunicacional en la República Dominicana, más otros cinco de primeras experiencias apostólicas y formativas. En total, 40 años. No de desierto, sino de oasis. 40 años de acogida, de verme invitado a trabajar y de ser integrado a este ámbito de cordialidad que es la República Dominicana. Aquí crecí, aquí conocí la vida, aquí me sentí en casa, en la patria. Aquí pude vivir cerca de gente económicamente pobre y humanamente sobresalientes. En estos 40 años descubrí y viví en comunión con un pueblo que quiere avanzar y dejar resueltamente atrás los planteamientos que no son provechosos para todos y todas.
–¿Y hemos oído decir que va a Cuba?
–Desde esta abundancia de sentido y benevolencia que he experimentado por cuatro décadas, me siento enviado a colaborar en una nación que siempre ha sido especialmente cercana a los dominicanos y dominicanas: Cuba. Allí nací y viví los primeros 17 años de mi vida. Ir ahora a aportar algo, aunque con siete décadas de vida encima, me entusiasma y sobrecoge.
–¿Tiene una palabra para Dominicana?
–Ahora necesito agradecer a Quisqueya, la bella, por encontrarme cargado de afectos y sueños compartidos, equi-pado con tantas experiencias enriquecedoras, testigo de tanta fe vivida a mi alrededor en el amor de cada día. Me alegro de verme, una vez más, necesitado de su oración y de pedirles que me guarden ese espacio gratuito en su corazón que solo Dominicana sabe abrirlo con tanta sencillez. Abrazos para Dominicana y los dominicanos.
–No hay palabras. También lo abrazamos nosotros a usted y le agradecemos sus 35 años de servicio en el país.
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