Tener razones para escribir, contar con la paciencia para dedicarle tiempo a este trabajo, ser realistas en cuanto a lo que podemos conseguir, huir de conceptos estigmatizados por los que trabajan en el sector y leer a los que realmente puedan enseñarnos algo, son algunas de las cosas que he aprendido en mis cortos años de débil creación.
No me gusta autoproclamarme escritora, pero lo que no puedo ni quiero negar es mi pasión profunda por las letras. Desde esa pasión les escribo y comparto algunos verdes conclusiones en torno a ciertos aspectos de la escritura: muchos consejos que me han dado y que creo pueden resultar útiles para ustedes.
Tener claras las razones que te llevan a escribir
¿Escribimos porque algo nos mueve involuntariamente a hacerlo o con el afán de conseguir algo de fama? A decir verdad, no entiendo que las razones por las que alguien sacrifique tantas otras cosas “placenteras” de la vida pueda ser el de conseguir fama o prestigio. Si el escribir no le genera placer es realmente una forma terrible de autolesionarse, creo. No obstante, creo que tener claras las razones por las que nos orientamos por este trabajo y no otros es el mejor punto de partida.
En lo que a mí respecta, la satisfacción de saber que tengo un día libre de obligaciones y que podré dedicarlo enteramente a escribir es el mejor “regalo de reyes”, para estar a tono con las frases utilizadas en estos días.
Saber por qué escribimos es la mejor forma de comenzar, porque de este modo sabremos hacia dónde caminamos. Si te planteas una obra para conseguir fama deberás pensar más en los que la leerán que en tus propias motivaciones y deseos, por lo que deberías olvidarte de “¡escribo lo que quiero leer!” para tener en cuenta “escribo lo que quieren leer”. Por otro lado, si son estas las razones que te vuelven escritora o escritor te recomiendo que las replantees: armar la vida en torno a los posibles éxitos te llevará a estrellarte contra una pared, tarde o temprano; ya sea porque no consigas tus objetivos o porque los consigas y te sientas vacío por dentro. Así que ¡ojo con esto!
Paciencia y disfrute = disciplina
El tiempo que llevemos escribiendo no dice cuán buenos somos, eso queda en evidencia. Hay autores que solo han publicado en sus años maduros, convirtiéndose en importantes referentes de la literatura de su tiempo. No obstante, debemos saber que el trabajo de la escritura es denso y muchas veces poco satisfactorio en cuanto a “beneficios” y muchas veces la relación trabajo-resultados no es directamente proporcional. Por tanto es importante armarse de paciencia y de buena voluntad para encontrar la forma de disfrutar de esta labor sin depender de los resultados.
Una vez leí en una entrevista de no sé a qué autor que comentaba que se imponía una serie de páginas diarias a escribir y que, hasta que no conseguía este objetivo, no abandonaba el escritorio. Quizás sea una buena técnica.
En lo personal no me gusta vivir tan “atada”; entiendo que sin trabajo no hay éxito pero si lo que te mueve es el crecimiento a lo mejor no deberías imponerte cosas tan rígidas. De todas formas, a lo mejor viene bien probarlo, en una de esas nos ayuda a encaminarnos completamente en la huella de la escritura.
Estoy convencida de que solamente podríamos conseguir una rutina de disciplina si unimos ambos factores: la paciencia y el disfrute. Porque si no nos sentimos inspirados para trabajar es probable que el tiempo dedicado no sirva de demasiado, y si solo tenemos el disfrute es probable que tardemos muchísimo en conseguir algo que realmente valga la pena, incluso para nosotros mismos.
Los pies sobre la tierra
¿Alguna vez han sentido que lo que están escribiendo es lo mejor que se ha escrito jamás? Puede ser una fantasía recurrente en muchos humanos (del área que sea) sin embargo, hay que detener esa idea porque esto nos puede llevar a fracasos irremediables. Dejemos que las editoriales, los lectores y la crítica digan lo que creen ellos.
Por otro lado, sentir que lo que escribimos no vale para nada tampoco es una buena forma de encarar la labor: ni tanto ni tan poco.
Es necesario ganar confianza y tener en cuenta el punto primero”¿por qué escribimos?” Si lo que nos mueve es el deseo de escribir una obra única y absolutamente relevante, desde ya nos esperarán muchos fracasos y decepciones, si en cambio buscamos hacer algo que nos haga sentir a gusto, poner a prueba nuestras capacidades al límite… quizás resulte más alentador, ¿no lo creen? Por otra parte, incluso obras incuestionables como El Quijote, son puestas en entredicho.
Huir de lo llamado “estilo”
Una de las palabras más manoseada en la escritura es “estilo”, ¿qué es realmente el estilo y cuán importante es? No creo que encontrar una fórmula y repetirla una y otra vez sea una buena forma de encarar ninguna tarea, porque impide el crecimiento.
Pienso que deberíamos evitar buscar nuestro estilo o decir frases como “todo lo que hago tiene mi sello”, son frases que nos llevarán a vanagloriarnos de algo que realmente no tiene profundidad. Lo mejor es procurar escribir bien y crecer cada día, probar cosas nuevas e intentar afrontar nuestro trabajo con la mayor humildad que podamos y con mucho esfuerzo. En este mismo punto debemos tener presente que copiar lo que a otros les haya funcionado tampoco es una buena opción.
Lo único que realmente funciona y que es más importante que el estilo es ser fieles a nosotros mismos en el momento en que escribimos. A ese nosotros del presente, y que esperemos que en el futuro ya no seamos igual, sino es que nos ha preocupado demasiado mantener el estilo.
Leer más del género que trabajemos
Leer y leer, pero no leyendo para acumular palabras sino para comprender. La comprensión lectora es una de las herramientas que más te ayudarán; más que cualquier universidad y curso de escritura. La forma en la que podamos acercarnos a una historia y entenderla es una fuente impresionante de aprendizaje.
Ponerte en la piel de los personajes y vivir esas historias, pero también en la piel del autor; intentar llegar al fondo de cada palabra y preguntarte cosas como: “¿por qué usó esta y no tal otra?” A través de ese tipo de preguntas llegarás a entender muchísimo más del arte de escribir.
Leer libros de lingüística puede ser un verdadero bodrio, pero si lo hacemos con un objetivo (mejorar esto o aquello de nuestro trabajo de escritura), puede ser sumamente enriquecedor. Así que, en el proceso creativo no dejes de consultar esos “aburridos libros de teoría” porque podrán serte de gran ayuda.
Una de las cosas que suelen decirnos es que si estamos escribiendo un género en concreto intentemos no leer nada del mismo. ¡Estoy totalmente en contra de esto! Leer a otros que hacen lo mismo puede ayudarnos a entender cuán poco interesantes y auténticas son esas ideas que creíamos únicas: es la mejor forma de pulir a fondo cada trozo de nuestra obra. Así que si vas a encarar un relato de ciencia ficción que incluya la robótica, no abandones a Isaac Asimov, Ray Bradbury y Úrsula Leguin.
Un buen consejo no nos ayudará a escribir mejor, pero a lo mejor nos influye para encarar el trabajo de una forma más productiva. ¡Ánimo para todos!
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