¡Gloria eterna a los Héroes de Abril!
A su paso por calles y barrios, la soldadesca imperial dejaba una estela de alambre de púa, con la marcha de tanques y cañones que expulsaban singular mezcla de terror y miedo contra un pueblo con más ganas de morirse que aceptar sumiso la humillación de otra grosera intervención militar. Presentes y futuras generaciones están compelidas a reflexionar hoy sobre lo que en términos históricos significó la invasión de la 42ª. Compañía Aerotransportada de Estados Unidos a República Dominicana, un día como hoy, hace 49 años.
Aunque el argumento para perpetrar esa infamia fue que en el bando Constitucionalista de la revuelta cívico militar que estalló cuatro días antes, operaban más de una treintena de supuestos militantes comunistas, la verdad es que el objetivo fue impedir el retorno del derrocado gobierno que encabezó el profesor Juan Bosch.
El presidente Lindon B. Johnson quiso impedir a sangre y fuego que Santo Domingo se convirtiera en el gran ejemplo de un pueblo que por sus propios méritos pudiera desplazar a un régimen de facto, corrupto y opresor y reinstalar en el poder a la democracia que se intentó malograr en 1963.
Washington también alegó que sus tropas que mancillaron el suelo nacional tenían como único objetivo garantizar la vida y bienes de estadounidenses que residían aquí; luego se dijo que los marines vendrían a salvar vidas, pero la historia registra ese episodio como una vulgaridad imperial perpetrada al fragor de la Guerra Fría.
El mundo civilizado se derramó en elogios para los buenos y verdaderos dominicanos que, cual David ante Goliat, ofrecieron una hermosa lección histórica, los mejores hijos de un pueblo enfrentaron al más poderoso ejército del planeta con la infalible arma de la dignidad, valor y el decoro.
Falso de toda falsedad ha sido el burdo argumento que por 49 años han expuesto judas fariseos, de que esa intervención militar tuvo validez histórica porque ayudó a conjurar una situación de caos político y militar. La verdad es que las botas yanquis impidieron el retorno a la constitucionalidad.
Al recordar hoy esa segunda invasión militar de Estados Unidos contra República Dominicana, preciso es advertir que los dominicanos han jurado defender por los siglos de los siglos la heredad de Duarte y los trinitarios, defender la soberanía nacional sin importar el poder del agresor. ¡Gloria eterna a los Héroes de Abril!
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