Con los tiempos modernos y el clientelismo político en boga,reconocido por los políticos, la gente pide sin importar cuál sea sucondición económica
En sentido general en el mundo y en la República Dominicana en particular parece que se ha perdido la vergüenza, que en el pasado fue una cualidad vinculada al respeto de lo ajeno, el mantenimiento de la reputación y otras mayores virtudes de la humanidad.
A raíz del huracán de San Zenón que devastó la ciudad de Santo Domingo, el régimen de Trujillo inaugurado días antes, dispuso el reparto de alimentos y todo tipo de ayuda venida mayormente desde el Cibao donde el ciclón no causó mayores daños.
Como la población de Santo Domingo, pobre en su mayor parte, tenía la dignidad, hoy perdida, como cosa fundamental de la existencia, los trabajadores sociales fueron casa por casa a los barrios para preguntar a los moradores qué necesitaban y si aceptaban la ayuda.
Los antepasados cuentan que los capitaleños vestían de pambiche, los hombres, a veces con un solo traje que se lavaba, secaba y planchaba mientras el padre de familia se recogía en el hogar; las mujeres humildes vestían de alistado, arroz con coco, pulsianitas o sacos de harina.
Cortarle la luz a una familia era algo muy ingrato que se mantenía en secreto lo más que se pudiera.
Nunca se habría pensado en esos días que a un funcionario del Estado le suspenderían el servicio eléctrico, se sazonaría el caso en la televisión y se le obligaría a hacer un plan de pagos.
En mis días de niño en María Auxiliadora conocía al electricista Juan González, cuyos tres hijos, la mayor hembra y los otros dos varones eran muy apreciados.
Un día al señor González le dieron en la CDE la lista de cortes.
Cuando se arrimó al barrio notó que su casa estaba en la tira.
El compañero le dijo: “revisión”, a lo que él respondió subiéndose al poste de luz y cortando la conexión de su propio hogar. Predicó con sus hechos la vergüenza que han seguido sus hijos.
Con los tiempos modernos y el clientelismo político en boga reconocido por los altos políticos dominicanos, la gente pide, no importa la condición económica y no importa tampoco que se diga por doquier lo que hacen porque los pecados son demasiado compartidos.
En Francia de años anteriores si el vecino aparecía de repente con una riqueza inusual, los otros simplemente le retiraban el saludo. Eso antes de que los franceses eligieran a Nicolás Sarkozy como presidente, quien fuera destituido en elecciones por los escándalos.
Los franceses tradicionales se encontraban a Sarkozy demasiado ordinario para la posición, no porque detestaba la “baguette”, una institución de la comida francesa y porque prefería comer hamburguesas y tomar colas en lugar de vino, sino porque con sus escándalos abochornó al país.
Pese a lo libertino que era pero conociendo sus debilidades, le aconsejó a Dominique StraussKahnn, director en su tiempo del FMI, que nunca subiera en el ascensor de un hotel solo con una desconocida ni dejara entrar a su cuarto de hotel a la camarera de la limpieza.
Esto último fue el fallo del economista que tenía el salario más alto del mundo. Después de un largo proceso de justicia y de asedio mediático mundial, el gasto de una enorme fortuna en su defensa y la pérdida de la familia, dejó a un lado del camino su vergüenza.
Los escándalos que han patrocinado personajes religiosos en el mundo entero han igualado a los seglares en la misma dimensión.
Se mantienen y se mantendrán pero los escándalos sacuden las instituciones no podrán ser olvidados por la historia.
Hoy nada importa
Hoy nada importa. El senador de La Altagracia, Amable Aristy Castro, quien fuera acusado de corrupción tras una auditoría practicada por la Cámara de Cuentas a su gestión en la Liga Municipal Dominicana, salió altivo de la Suprema Corte cuando el caso fue archivado.
Hoy nada importa. El senador de La Altagracia, Amable Aristy Castro, quien fuera acusado de corrupción tras una auditoría practicada por la Cámara de Cuentas a su gestión en la Liga Municipal Dominicana, salió altivo de la Suprema Corte cuando el caso fue archivado.
La falta de reputación pudo haberle costado la presidencia del PRSC para lo cual era un seguro aspirante, y la candidatura presidencial en las elecciones del año 2016, dejando el camino libre al nuevo presidente del partido, Quique Antún, al diputado Víctor Bisonó, Josecito Hazim o a Modesto Guzmán.
Durante la gestión del profesor Melanio Paredes en el Ministerio de Educación, la institución gastó más de 100 millones de pesos en un programa de textos integrados que fue aupado por asesores extranjeros bien pagados en dólares, pero nadie habla ahora de eso.
Los libros deben estar en bóvedas o quién sabe dónde. Con el dinero en dólares gastado por un país tan pobre como la RD, fue revivido el Instituto Latinoamericano de Comunicaciones Educativas, ILCE, de México, desde cuyas oficinas fueron calcados algunos de los textos.
Hace algunos días la prensa en sentido general se hizo eco del sometimiento del flamboyante empresario y publicista, Wladimir Lendoff, un sonriente “socialité” que al parecer ha dejado de pagar más de 100 millones de pesos a la Dirección de Impuestos Internos.
Si la justicia lo absolviera, el señor Lendoff no ganaría suficiente dinero por el resto de su vida para limpiar su reputación.
Si lo condenaran iría a la prisión para salir al término de su condena tranquilamente con la misma sonrisa congelada que le abrió tantas puertas.
Era diferente con el caso de los antepasados. Los galleros dominicanos recorrían la valla apostando a su gallo, sin tomar notas ni preocuparse.
Cuando el gallo ganaba, los perdedores simplemente entregaban el dinero de las apuestas sin discrepancias ni regateos.
Recientemente en la prensa escrita se publicó una nota informando el suicidio de una joven que vivía en una pieza de Gascue. La dueña de la casa dijo que la muchacha le había pagado el alquiler el día antes de colgarse, indicación de que deseaba proteger su vergüenza hasta el final.
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LOS EJEMPLOS DE QUIENES DEFIENDEN LA VEGÜENZA
La diferencia de quienes defienden su vergüenza hasta el último día la ofrecieron en los Estados Unidos dos damas incomparables: Marian Anderson, contralto, pionera de las grandes cantantes negras y Rosa Parks, quien se negó a ceder su asiento de autobús a un hombre blanco.
LOS EJEMPLOS DE QUIENES DEFIENDEN LA VEGÜENZA
La diferencia de quienes defienden su vergüenza hasta el último día la ofrecieron en los Estados Unidos dos damas incomparables: Marian Anderson, contralto, pionera de las grandes cantantes negras y Rosa Parks, quien se negó a ceder su asiento de autobús a un hombre blanco.
Rosa Parks (1913-2005) recibió en vida todos los reconocimientos que su carrera y legado le hicieron merecedora incluida la medalla de oro del Congreso, que le entregó el presidente Clinton. Anderson (1902-1993) fue la pionera de todas las grandes cantantes operáticas de color.
Marian Anderson, reconocida en los círculos intelectuales y artísticos de su país y quien se presentó en las grandes capitales del mundo, no pudo hacerlo en El Constitution Hall, la vieja y elegante sala de conciertos que para s u época no abría las puertas a la gente de color.
La intervención de la primera dama Eleanor Roosvelt, no pudo con la tozudez racista de las Hijas de la Legión Americana que gobernaba el Constitution Hall. La señora Roosvelt renunció a su membresía en la Legión y patrocinó un concierto radiodifundido a los pies de la estatua de Lincoln en Washington, D. C., que reunió más a de 70 mil personas entre blancos y negros.
La señorita Anderson quien lavó pisos para comprar un violín y estudiar música cuando eso no era permitido a la gente de color, visitó Santo Domingo y cantó en el antiguo parque Ramfis, junto al joven bajo Paul Robeson, que sería luego abogado, luchador por los derechos civiles y políglota.
En el mundo casi todas las instituciones otrora respetables que fungieron de paradigmas, y las personalidades de puestos grandes y pequeños de los estados, sujetan sus actuaciones a la acumulación de riqueza, no importando su vergüenza, su reputación y los medios de lograrla.
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