KAMPALA, Uganda. AP. Rodeada de periodistas que deseaban ver su rostro claramente, la enfermera ugandesa parecía aturdida y al borde del llanto. Los medios de su país la han calificado como “la enfermeraasesina” a raíz de que la mujer infectada con el virus del sida fue acusada de haberle inyectado su propia sangre a un paciente de dos años de edad.
La enfermera, Rosemary Namubiru, de 64 años, fue acusada de intento de asesinato, se le negó la libertad bajo fianza y fue encarcelada por un caso tan particular que muchos percibieron como un ejemplo horripilante de los bajos estándares que se presume se aplican en hospitales de esta nación del Africa oriental.
Pero durante el proceso —bajo el delito de negligencia criminal— la enfermera ha despertado la compasión del público y es vista como la aparente víctima de un estigma común en un país que hasta hace poco era elogiado como el líder mundial en la lucha contra el sida y por fomentar una actitud abierta contra el mal.
La enfermera, que trataba de aplicarle una inyección a un afligido niño el 7 de enero, accidentalmente se pinchó un dedo con la aguja hipodérmica, afirmó la organización defensora internacional AIDS-Free World (Mundo Libre de sida) que ha seguido de cerca el proceso judicial. Después de aplicarse un vendaje continuó administrando la inyección, al parecer usando la aguja contaminada. Ante la incertidumbre de si se había usado la misma aguja, a la madre del niño “le preocupó la posibilidad de que su hijo pudiera contagiarse conel VIH”, indicó el grupo. Después de un examen en que la enfermera dio positivo al virus del sida, fue arrestada y la fiscalía se niega a que le concedan libertad condicional por el peligro público que la mujer representa.
Si se le declara culpable, la enfermera podría ser condenada a siete años de cárcel y podría tratarse de la primer trabajadora del sistema médico de Uganda en ser sentenciada bajo una ley de la era colonial contra actos de negligencia que pudieran resultar en la trasmisión de una enfermedad contagiosa.
El niño que podría haber estado expuesto al VIH recibió tratamiento para prevenir contagio y volverá a ser sometido a pruebas del virus en los próximos días, dijeron los abogados y activistas allegados al caso.
El juicio de Namubiru podría tener trascendencia sobre los derechos de las personas afectadas por VIH y sida, dijeron defensores de pacientes con el mal en Uganda y en el extranjero. Uganda tiene 1,5 millones de personas afectadas con VIH de una población total de 36 millones.
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