Los riñones son los órganos que se encargan de filtrar las toxinas y los minerales que se encuentran en la sangre, por este motivo son tan importantes para el cuerpo humano.
Sin los riñones funcionando correctamente todo el sistema de nuestro organismo podría colapsar en muy poco tiempo, por esta razón hay que ayudarles a que se mantengan sanos y de esa manera puedan ejercer correctamente su trabajo.
La carne, el pescado y los huevos (proteína animal) son ricos en calcio y ácido úrico, por lo que si los consumes en exceso favorecerán la aparición de cálculos renales.
- El alcohol y los dulces también son dañinos, en especial si son parte importante de tu dieta.
- La leche es buena, pero nunca en exceso.
- No abuses, y si es posible evita, consumir alimentos procesados.
- La sal, además de generar toxicidad en la orina, le quita el sabor a los alimentos. Intenta comer con menos sal y disfrutar del sabor real de tu comida.
Si estás pensando que todos los alimentos que consumes son aquellos que te hacen daño, recuerda que también existen otras comidas que, incluidas en tu dieta, ayudarán a evitar un cólico por cálculos renales.
Entre los más importantes de este tipo de alimentos están las manzanas, la sandía, las uvas, las naranjas, los limones, el melón, el melocotón, la zanahoria, el apio, el pepino y la lechuga.
Tranquilízate, no es necesario un vegetarianismo extremo, pero si en lugar de acompañar tu comida con una gaseosa (bebida o refresco gasificado), lo haces con un jugo natural, o si te comes la ensalada que siempre dejas en el plato, estos alimentos con propiedades diuréticas y ácidas serán tus aliados en la lucha contra las enfermedades renales.
En ocasiones, la presencia de cálculos biliares en el hígado y de piedras en los riñones, o en la vejiga urinaria, hacen necesario limpiar nuestro organismo. Pero, por lo general, no nos damos cuenta hasta que el dolor se vuelve insoportable. Si quieres saber cuándo tu organismo te está enviando una señal, presta atención a los siguientes síntomas:
• Cambios en la presión
• Dolor en la parte baja de la espalda o alta del abdomen
• Sed excesiva
• Oscurecimiento de la piel y resequedad
• Tobillos y ojos hinchados al despertar
• Hematomas inexplicables o excesivos
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