El empleo decente se sostiene de varios indicadores que hacen que el empleado se sienta orgulloso y digno de su trabajo: calidad del salario, seguridad social, protección laboral, pensión digna, movilidad social, sentido de pertenencia con la Institución, apego sano y vínculos con el empleador y la empresa. En el colapso del sector salud, los indicados son otros y, para mal, los trabajadores no son valorados, ni organizados, ni ponderados, como un recurso que produce riqueza en el “negocio de la salud”.
Más de 110 médicos en la actualidad están pensionados y excluidos de la seguridad social. Es decir, cuando una persona le ha dedicado su mejores años de trabajo al sector salud, y llega a la tercera edad, con las dolencias y enfermedades propia de su trabajo y su edad: hipertensión, diabetes, artritis, enfermedades crónicas no transmisibles y catastróficas, se encuentra que lo pensionan con el 60% o 80% de su salario que es poco y, para el colmo, le sacan del sistema de seguridad social, quedando desprotegido del acceso a las ARS y al sistema de salud.
Cantidad de médicos del seguro social y salud pública viven con pensiones de RD$10 mil y RD$15 mil pesos, después de 40 años de trabajo.
Esos médicos no pudieron acumular riqueza para confrontar la vida cara y los niveles desproporcionados y desiguales que se vive en este país.
Pasar años con bajo salario y tener que soportar la angustia y el desgaste de un pluri-empleo para acumular el ingreso de la canasta familiar, educación, salud, vivienda, vehículo, recreación y confort, propio de una profesión socialmente exigente y demandante como es el ejercicio de la medicina.
Ahora, tener que mirar su propia radiografía y verse pensionado, y desprotegido de la seguridad social, enfermos, sin garantía y sin derechos, es la peor de las injusticias sociales.
Para hacerle la vida más asfixiante a los médicos, el Seguro Médico Autogestionario del CMD se encuentra debilitado por una deuda de Salud Pública por más de RD$40 millones, lo que lleva a funcionar con precariedades, y sin contar que hace años que le quitaron los afiliados para hacerlo más débil y de menos cotización. Hoy sabemos que con menos del 2% del PIB el sector salud no se pueden desarrollar las políticas públicas sanitarias, preventivas, ni de diagnóstico temprano ni de tratamientos adecuados.
El sector salud necesita un 3% o el 4% del PIB para hacer una gestión de calidad y calidez, que relance la salud como un bien para el desarrollo y la felicidad. Pero también, para realizar la descentralización, la calidad del empleo y el acceso universal del servicio a la salud de los pobres e indigentes que pagan con sus vidas la falta de un servicio oportuno, accesible y de calidad. Los acuerdos del milenio en área de la salud están rezagados y postergados por falta de recursos, administración y gerencia. Más bien, aquí se administra pobreza en salud. Los médicos no pueden seguir siendo pensionados y maltratados con exclusión, sin planes sociales, sin seguridad social y viviendo la agonía y la angustia de no saber cómo será su vida en la tercera edad.
El hombre y la mujer que acumula años de trabajo tiene que vivir sus últimos años con felicidad, bieniestar, esperanza, confort y un trato digno que le reproduzca una vejez con calidez. Excluir a los médicos pensionados de la seguridad social es inaceptable, violatorio al derecho del trabajo y la conducción humana.
Son estas violaciones las que desmotivan y deshumanizan el servicio a la salud, y llevan al ofertador de la salud a perder la identidad con su trabajo.
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