La Constitución de nuestra república dominicana, pese a todas las enmiendas y cambios experimentados desde 1844, sigue adoleciendo de su principal ingrediente: Quisqueya
Aunque su Himno Nacional y los himnos de los principales partidos políticos admitan que la identidad nacional del pueblo es la quisqueyana, la Constitución ni lo menciona.
Hoy se cumple cuarenta y nueve (49) años de la Guerra Constitucionalista. Durante la manifestación en celebración del aniversario de la gesta patriótica del 14 de junio de 1959, un cartelón colocado frente a la Puerta del Conde rezaba “Fuera Yanquis de Quisqueya”. El pueblo y los militares reclamaban el retorno de Juan Bosch y la Constitución del año 1963.
El sentimiento patriótico quisqueyano se dejó sentir por más de seis meses que duró esa guerra; sin embargo, la dominación extranjera en complicidad con los “dominicanos” enemigos de una nación concebida por Juan Pablo Duarte como una república en la isla de Santo Domingo (dominicana), libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, marchitaron los anhelos y mataron la esperanza de que el pueblo pudiera encontrar su verdadera identidad nacional quisqueyana.
A partir de abril de 1965, la campaña contra los deseos de Duarte se ha convertido en un verdadero muro de contención para evitar que se conozca la verdadera historia y el verdadero pensamiento del Padre de la Patria. La Constitución es ese muro, ahora defendido por dos ministerios que controlan la ignorancia y la incultura, respaldados por intelectuales y políticos ciegos o que no quieren ver.
En 1838 surgió la sociedad secreta La Trinitaria, cuyo Juramento dio las bases al establecimiento de una república en la parte oriental de la isla de Santo Domingo, para que no fuera parte de Haití, ni en la isla de Haití. Por eso somos una república dominicana y no una república haitiana.
En 1844, los Trinitarios se adelantaron para poder imponer los principios de su juramento. Sin embargo, los “dominicanos-españoles” y los vende patrias, lograron capitalizar la insipiente independencia, evitando que Duarte y los Trinitarios completaran su obra.
En 1861, Se probó las intenciones de esos “dominicanos-españoles” y la república fue anexada a su “Madre Patria”. En ese mismo año, Juan Pablo Duarte salió del ostracismo con un mensaje nuevo y revelador: “Quisqueyanos sonó ya la hora, de vengar tantos siglos de ultraje; el que a Dios y a su patria desdora, que de oprobio y baldón se amortaje. No más cruz que la cruz quisqueyana, que da honor y placer el llevarla; pero el vil que prefiera la hispana, que se vaya al sepulcro a ostentarla.” En ese mismo año, siguiendo quizás los deseos de ese mensaje, entró por Haití a combatir la anexión, Francisco Del Rosario Sánchez, quien fuera fusilado el 4 de julio.
En 1863, organizados en Haití, llegaron el 16 de agosto a Capotillo, un grupo de patriotas que formaron allí una junta de gobierno y ejército restaurador. La determinación patriótica de aquellos hombres en ese momento era restablecer la independencia y lucharon fieramente por recobrarla. Sin embargo, no contaban con una fuerte convicción ideológica, ni con un líder que le inspirara confianza, razón por la cual a principios de 1864 se sentían cansados y divididos. Gracias al arrojo y determinación de uno de ellos, el “Titán de Bronce”, General Gregorio Luperón, se pudo contener el avance español que ya daba por muerta la rebelión restauradora. Haití ayudaba intensamente a los restauradores.
En 1864, llegó Juan Pablo Duarte a Montecristi, en el mes de marzo. Entonces fue cuando el pueblo se armó de patriotismo y dieron el apoyo incondicional a los soldados restauradores y los españoles fueron derrotados.
En 1865, la bandera de la patria volvía a ser enastada en todo el territorio nacional. Sin embargo, el celo, la intriga y el miedo de ser opacados por el Padre de la Patria, cegó a la mayoría de aquellos héroes y lograron separar a Duarte no solo del poder, sino también de la patria, haciéndole presión para que saliera del país. Sin familia, sin amigos, sin dinero, enfermo y viejo, fueron los argumentos y razonamientos de los que ya escuchaban a Buenaventura Báez y sus planes entreguistas.
En 1876, Duarte muere en Caracas, Venezuela, mientras fungía de Presidente de la República uno de los pocos restauradores que compartió con Duarte, en Santiago, durante la guerra restauradora. Ulises Francisco Espaillat decretó tres importantes órdenes, gracias a las cuales se mantiene la esperanza de que Duarte y su obra nunca sean olvidados por nuestro pueblo:
1. Se ordena traer los restos del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte
2. Se ordena pagar todas sus deudas
3. Se ordena un Himno Nacional basado en el pensamiento de Duarte
En 1884, por iniciativa del General Gregorio Luperón, el Presidente Ulises Heureaux (Lilís) envió por los restos de Juan Pablo Duarte y pagó sus deudas. Al llegar esos restos al Puerto de Santo Domingo, fueron trasladados en caravana con banda de música que entonaban el Himno compuesto por el Licenciado Emilio Prud’homme y José Reyes y que luego fuera introducido en el Congreso, en 1898, para que fuera el Himno Nacional oficial de la nación.
En 1930, después de muchas luchas estériles de ambiciosos caudillistas, se impuso Trujillo con el soporte de los Estados Unidos de América y después de cuatro años en el poder, se dio cuenta de que faltaba un Himno Nacional que representara su gobierno y como homenaje al Lic. Prud’homme, que había muerto recientemente, hizo que en 1934 el Congreso aprobara la lírica y composición musical de ese Himno, como el oficial de la nación.
En 1963, surge el primer gobierno electo libremente por el pueblo desde la fundación de la república en 1844 (Con las excepciones de Espaillat y Luperón). Gracias a que el patriotismo del pueblo estaba en su subconsciencia por el Himno Nacional, a pesar de estar moldeado por la dictadura, el sentirse libre, soberano e independiente, con una constitución basada en el proyecto de Duarte. Como siempre, no tuvo tiempo ni para empezar y fue derrocado en siete meses.
En el 2006, surgió una idea de llamar a la nación “Dominicana” y desde entonces, se han gastado millones de pesos del erario público para implementarla. No ha sido posible, porque los mismos proponentes se han dado cuenta de que la misma cambiaría todo y confundiría al pueblo y al mundo más de lo que lo tiene el llamar República Dominicana al país.
En el 2007, surgió la revelación sobre Quisqueya. Sin tener que acudir a inventos, existen pruebas de los verdaderos orígenes de ese vocablo y de su historial como nombre escogido por el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, para darle nombre propio a nuestra república dominicana. Duarte, como forjador de la identidad nacional quisqueyana, ha probado que su dominicanidad se basa en la denominación derivada del nombre de la isla (Isla de Santo Domingo), separada del concepto de dominicanidad española y de la haitianidad (Isla de Haití).
En el 2012 se publicó el libro “Quisqueya, un país en el mundo”, con el subtítulo de “La Revelación Maya del 2012”, donde se explica grosso modo todo lo concerniente a la identidad nacional quisqueyana y al nombre de la isla que ocupa.
República Dominicana de Quisqueya es el próximo paso para la Constitución Nacional… la lucha constitucionalista sigue.
Cosme E Pérez
24 de abril, 2014.
Aunque su Himno Nacional y los himnos de los principales partidos políticos admitan que la identidad nacional del pueblo es la quisqueyana, la Constitución ni lo menciona.
Hoy se cumple cuarenta y nueve (49) años de la Guerra Constitucionalista. Durante la manifestación en celebración del aniversario de la gesta patriótica del 14 de junio de 1959, un cartelón colocado frente a la Puerta del Conde rezaba “Fuera Yanquis de Quisqueya”. El pueblo y los militares reclamaban el retorno de Juan Bosch y la Constitución del año 1963.
El sentimiento patriótico quisqueyano se dejó sentir por más de seis meses que duró esa guerra; sin embargo, la dominación extranjera en complicidad con los “dominicanos” enemigos de una nación concebida por Juan Pablo Duarte como una república en la isla de Santo Domingo (dominicana), libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, marchitaron los anhelos y mataron la esperanza de que el pueblo pudiera encontrar su verdadera identidad nacional quisqueyana.
A partir de abril de 1965, la campaña contra los deseos de Duarte se ha convertido en un verdadero muro de contención para evitar que se conozca la verdadera historia y el verdadero pensamiento del Padre de la Patria. La Constitución es ese muro, ahora defendido por dos ministerios que controlan la ignorancia y la incultura, respaldados por intelectuales y políticos ciegos o que no quieren ver.
En 1838 surgió la sociedad secreta La Trinitaria, cuyo Juramento dio las bases al establecimiento de una república en la parte oriental de la isla de Santo Domingo, para que no fuera parte de Haití, ni en la isla de Haití. Por eso somos una república dominicana y no una república haitiana.
En 1844, los Trinitarios se adelantaron para poder imponer los principios de su juramento. Sin embargo, los “dominicanos-españoles” y los vende patrias, lograron capitalizar la insipiente independencia, evitando que Duarte y los Trinitarios completaran su obra.
En 1861, Se probó las intenciones de esos “dominicanos-españoles” y la república fue anexada a su “Madre Patria”. En ese mismo año, Juan Pablo Duarte salió del ostracismo con un mensaje nuevo y revelador: “Quisqueyanos sonó ya la hora, de vengar tantos siglos de ultraje; el que a Dios y a su patria desdora, que de oprobio y baldón se amortaje. No más cruz que la cruz quisqueyana, que da honor y placer el llevarla; pero el vil que prefiera la hispana, que se vaya al sepulcro a ostentarla.” En ese mismo año, siguiendo quizás los deseos de ese mensaje, entró por Haití a combatir la anexión, Francisco Del Rosario Sánchez, quien fuera fusilado el 4 de julio.
En 1863, organizados en Haití, llegaron el 16 de agosto a Capotillo, un grupo de patriotas que formaron allí una junta de gobierno y ejército restaurador. La determinación patriótica de aquellos hombres en ese momento era restablecer la independencia y lucharon fieramente por recobrarla. Sin embargo, no contaban con una fuerte convicción ideológica, ni con un líder que le inspirara confianza, razón por la cual a principios de 1864 se sentían cansados y divididos. Gracias al arrojo y determinación de uno de ellos, el “Titán de Bronce”, General Gregorio Luperón, se pudo contener el avance español que ya daba por muerta la rebelión restauradora. Haití ayudaba intensamente a los restauradores.
En 1864, llegó Juan Pablo Duarte a Montecristi, en el mes de marzo. Entonces fue cuando el pueblo se armó de patriotismo y dieron el apoyo incondicional a los soldados restauradores y los españoles fueron derrotados.
En 1865, la bandera de la patria volvía a ser enastada en todo el territorio nacional. Sin embargo, el celo, la intriga y el miedo de ser opacados por el Padre de la Patria, cegó a la mayoría de aquellos héroes y lograron separar a Duarte no solo del poder, sino también de la patria, haciéndole presión para que saliera del país. Sin familia, sin amigos, sin dinero, enfermo y viejo, fueron los argumentos y razonamientos de los que ya escuchaban a Buenaventura Báez y sus planes entreguistas.
En 1876, Duarte muere en Caracas, Venezuela, mientras fungía de Presidente de la República uno de los pocos restauradores que compartió con Duarte, en Santiago, durante la guerra restauradora. Ulises Francisco Espaillat decretó tres importantes órdenes, gracias a las cuales se mantiene la esperanza de que Duarte y su obra nunca sean olvidados por nuestro pueblo:
1. Se ordena traer los restos del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte
2. Se ordena pagar todas sus deudas
3. Se ordena un Himno Nacional basado en el pensamiento de Duarte
En 1884, por iniciativa del General Gregorio Luperón, el Presidente Ulises Heureaux (Lilís) envió por los restos de Juan Pablo Duarte y pagó sus deudas. Al llegar esos restos al Puerto de Santo Domingo, fueron trasladados en caravana con banda de música que entonaban el Himno compuesto por el Licenciado Emilio Prud’homme y José Reyes y que luego fuera introducido en el Congreso, en 1898, para que fuera el Himno Nacional oficial de la nación.
En 1930, después de muchas luchas estériles de ambiciosos caudillistas, se impuso Trujillo con el soporte de los Estados Unidos de América y después de cuatro años en el poder, se dio cuenta de que faltaba un Himno Nacional que representara su gobierno y como homenaje al Lic. Prud’homme, que había muerto recientemente, hizo que en 1934 el Congreso aprobara la lírica y composición musical de ese Himno, como el oficial de la nación.
En 1963, surge el primer gobierno electo libremente por el pueblo desde la fundación de la república en 1844 (Con las excepciones de Espaillat y Luperón). Gracias a que el patriotismo del pueblo estaba en su subconsciencia por el Himno Nacional, a pesar de estar moldeado por la dictadura, el sentirse libre, soberano e independiente, con una constitución basada en el proyecto de Duarte. Como siempre, no tuvo tiempo ni para empezar y fue derrocado en siete meses.
En el 2006, surgió una idea de llamar a la nación “Dominicana” y desde entonces, se han gastado millones de pesos del erario público para implementarla. No ha sido posible, porque los mismos proponentes se han dado cuenta de que la misma cambiaría todo y confundiría al pueblo y al mundo más de lo que lo tiene el llamar República Dominicana al país.
En el 2007, surgió la revelación sobre Quisqueya. Sin tener que acudir a inventos, existen pruebas de los verdaderos orígenes de ese vocablo y de su historial como nombre escogido por el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, para darle nombre propio a nuestra república dominicana. Duarte, como forjador de la identidad nacional quisqueyana, ha probado que su dominicanidad se basa en la denominación derivada del nombre de la isla (Isla de Santo Domingo), separada del concepto de dominicanidad española y de la haitianidad (Isla de Haití).
En el 2012 se publicó el libro “Quisqueya, un país en el mundo”, con el subtítulo de “La Revelación Maya del 2012”, donde se explica grosso modo todo lo concerniente a la identidad nacional quisqueyana y al nombre de la isla que ocupa.
República Dominicana de Quisqueya es el próximo paso para la Constitución Nacional… la lucha constitucionalista sigue.
Cosme E Pérez
24 de abril, 2014.
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