Gaza, (EFE).- Miles de gazatíes se echaron hoy a las calles para tratar de conseguir productos de primera necesidad tras diez días de intensos bombardeos e incesante lanzamiento de cohetes que han agravado la de ya de por sí perpetua crisis humanitaria de la Franja.
Desde que a las 10:00 horas locales (7:00 GMT) entrara en vigor el alto el fuego humanitario solicitado por la ONU a las dos partes en conflicto, las calles se han convertido en un hervidero de coches y gente apresurada.
Algunos intentan lograr que el camión cisterna que reparte el agua desalinizada, a resguardo desde que algunos vehículos fueran atacados al inicio de la ofensiva, pare delante de su puerta para rellenara los exhaustos tanques.
Otros buscan gasolina y combustible que permita poner en marcha los coches y mantener funcionando los ruidosos generadores, que garantizan la electricidad durante las 16 horas en las que el suministro se interrumpe.
Y cientos de ellos más tratan de sacar dinero de los cajeros automáticos, cerrados durante días, y en las que hoy se vieron escenas de pánico, empujones, peleas y mucha tensión acumulada.
“Escuché esta mañana pronto que los bancos abrirían y salí enseguida de casa. Pero cuando he llegado ya había todo este montón de gente. Necesito dinero para comprar agua y quiero volver a casa antes de que vuelvan los ataques”, explica a Efe Husein al Bladawi, funcionario de profesión.
“No sé cuanto va a durar esto, pero es un suplicio. No hay trabajo, no hay nada que hacer. Los niños están siempre en casa y tenemos miedo a salir. Espero que la comunidad internacional nos ayude”, clama.
Salwa, 25 años, acompañaba a su madre al mercado, donde los precios habían subido respecto a los días previos al primer bombardeo.
“Es imposible, queremos comprar comida para al menos una semana, pero con estos precios es imposible. ¿qué vamos a hacer si esto no se para?”, se pregunta.
En una de las calles principales de la ciudad, Ibrahim volvió a abrir su taller mecánico tras diez días de encierro en su casa, en el centro de Gaza.
Esperaba que fuera una mañana ajetreada y hacer algo de caja para sobrevivir “antes de los aviones regresen y tengamos que volver a encerrarnos en casa”.
Algunos gazatíes regresaron para ver la destrucción en las casas que debieron abandonar y tratar de recuperar algunas de sus pertenencias
“No sé que vamos a hacer. Tardaremos años en reconstruir esto y no tenemos dinero. Aquí estaba toda nuestra vida”, explicaba a Efe una mujer en el barrio de Zaitun, al este de la Franja.
Farmacias, mercados y bancos eran hoy los lugares más solicitados en la Franja, donde otro tipo de comercios de consumo permanecían con las persianas cerradas y los edificios púbicos sin actividad alguna.
“Mucha gente se ha quedado en casa porque no se fía. Pero otra porque no hay nada que hacer. Mucha gente vive con lo que gana al día, y llevan diez días sin poder trabajar, así que no tienen dinero”, explicaba Hamid, un funcionario del partido nacionalista Al Fatah, que dirige el presidente palestino, Mahmud Abas.
El actual episodio de la enquistada crisis económica de Gaza se remonta al pasado 2 de junio, fecha en la que Hamas y Al Fatah acordaron la formación de un Gobierno de reconciliación nacional que Israel atacó desde antes de su formación, y se ha visto agravada aún más por la guerra.
Desde que ambos movimientos se enfrentaran y se escindieran en dos gobiernos, uno en Ramala y otro en Gaza, en 2007, en la Franja ha habido un doble funcionariado.
Por una parte, los trabajadores públicos de Al Fatah, que han seguido recibiendo su salario durante estos ocho años, pese a no realizar función alguna. Y otros 70.000 reclutados por Hamas, pagados directamente por el grupo con fondos del golfo Pérsico.
Nada más formarse el Gobierno de unidad, el movimiento islamista exigió que todos los funcionarios fueran pagados directamente por el nuevo Ejecutivo.
El Gabinete que dirige Rami Hamdalá aceptó, pero pidió dos meses de plazo para evaluar la lista, ya que entre ellos hay cerca de 10.000 miembros de las milicias islámicas a las que la Unión Europea, que pone parte de los fondos, no quiere financiar.
Ante la negativa, Hamas cerró bancos y cajeros automáticos e incluso se incautó de las máquinas de crédito, como medida de fuerza para lograr su objetivo.
Los cajeros abrieron una semana más tarde, con la Franja al borde del colapso comercial y la rebelión social, y después de que se llegara a un acuerdo para formar una comisión que examinara la lista de funcionarios.
Hasta la fecha, los de Hamás no han recibido aún dinero y los de Al Fatah tienen problemas para acceder al pago del mes de junio.
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