Durante años la pregunta de Dios había sido una interrogante pendiente: ¿En cual país del mundo encontrar un valle en el cual la magia del ambiente y los seres humanos, jugaran la misma danza maravillosa? Hubo quienes se arriesgaron a ofrecer respuestas cargadas de audacia y referencias de sitios enmarcados en el mapa del mundo.
Todo quedó, el día menos pensado, claro como el fulgor del mediodía, cuando una mujer humilde se presentó ante la luminosa presencia de Dios, para responder la interrogante.
-Dices tener la respuesta? se escuchó decir desde lo alto. -Si. Ese valle por el cual pregunta, se llama Constanza. Está en República Dominicana. Quienes se imaginan que Constanza es un atractivo destino turístico de montaña, con ganado prestigio por sus atractivos y con condiciones muy únicas para atraer gente del país y el exterior, están equivocados de medio a medio.
Pecan en esa concepción de entender a Constanza como un “destino” y no es así. Constanza es la cuna en que radican tanto los más únicos ambientes como la capacidad de su gente para transformar la rutina de cada dia en un homenaje a la vida. Es más que paraíso, residencia de milagros en ambientes y personas. Constanza tiene, al fin, una plataforma de promoción nacional e internacional, que le hace justicia.
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