miércoles, 18 de junio de 2014

LA PEOR IRONIA PARA LOS AGENTES DE ENVIOS AVENEZUELA.

Óscar Nova dice que decidió incursionar en el negocio de las entregas puerta a puerta al ver la gran demanda, sobre todo a raíz de las protestas opositoras que se desataron en el país desde febrero, a causa del desabastecimiento, la inflación y la violencia criminal.

"La comida que más se manda depende de lo que esté escaseando en el momento: aceite, cereales, enlatados, harina", dice Hernández.

"Cada vez que hay un cumpleaños, o un bautizo, mandan todo: la harina de trigo, la leche condensada", para elaborar los postres, relata, luego de ayudar a una venezolana a bajar de su vehículo tres grandes sacos con alimentos para enviar.

Como los envíos pueden llegar en tres días, algunos clientes se arriesgan y mandan alimentos perecederos. Asimismo, como son registrados como "efectos personales", generalmente no tienen problemas en la aduana para ingresar al país, indican las empresas.

"Ahorita me van a traer unas salchichas", señala Hernández.

De sus clientes venezolanos, "el 35 o 40% está manejando ese tipo de mercancía", dice Óscar Villasmil, de ETG Cargo Xpress.

La peor ironía, dice, es ver envíos de harina para hacer arepas, la tradicional torta de maíz del país.

"Es como si estuvieras exportando de Estados Unidos café para Colombia", dice.



- "La prioridad es comer" -



"La prioridad ahora es comer, es que puedas tomar un café con leche. Entonces tienes que enviar el café, la leche y el azúcar", señala Patricia Andrade, al indicar que hace grandes envíos de comida para que sus familiares "tengan para al menos un mes".

Las medicinas también escasean, por lo que su esposo incluirá en la próxima carga pastillas para el corazón para un amigo, dice Andrade, presidenta de la Fundación Venezuela Awareness, organización de Miami dedicada a la defensa de los derechos humanos de los perseguidos políticos.

La cadena venezolana Locatel, con sedes en Florida, y algunas farmacias cubanas aceptan recetas de médicos venezolanos, se congratula Andrade.

Las cajas que envía le cuestan entre 200 y 300 dólares, lamenta.

Pero agrega: "No voy a dejar a mi familia, a mi papá que tiene 95 años, sin comida. Le quitas a mi papá el café de todos los días y le va a dar algo".

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