Millones de personas mueren de hambre cada año. Solemos usar esta expresión de forma liviana pero ¿Qué implica realmente?
Por ejemplo, un adulto saludable privado de alimento. Morirá en un mes y medio. No obstante, antes de eso, la persona como tiene las defensas tan bajas, sucumbe a enfermedades que pueden llegar a ser mortales.
Dado que el cuerpo almacena energía sólo por un día, si por más de ese tiempo, se priva al cuerpo de los nutrientes apropiados, este empieza a extraer energía mediante la oxidación de la grasa como acetona o ácidos grasos. Como consecuencia, el cuerpo desintegra la proteína de los músculos y de ese modo paulatino, se va destruyendo el corazón, el bazo, los riñones y otros órganos vitales.
Debido a una acumulación excesiva y anormal de fluidos, el vientre se hincha, la piel se seca, el pelo se va cayendo y los huesos van perdiendo fuerzas.
Los intestinos empiezan a atrofiarse y los sentidos fallan. El cuerpo está luchando para sobrevivir sin energía, consecuentemente, puede ocurrir una hipotermia. Por último, el cuerpo se da por vencido y la muerte ocurre por la falla de alguno de los órganos.
La muerte es lenta y agónica. Verdaderamente, es algo que no nos debe enorgullecer tener seres humanos que se mueran de hambre, viviendo en medio de la abundancia.
Otros, no se mueren de hambre, pero tienen que lidiar día a día con los precios cada vez más altos de los alimentos y muchísimos otros viven con menos de un dólar diario para lo cual tienen que comer poco y mal para seguir sobreviviendo. Muy triste.
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