viernes, 27 de noviembre de 2015

A UN AÑO DE LA PARTIDA DEL CHAVO DEL OCHO ( 8 ).

En apenas un año el universo chespiritiano se había expandido. El éxito de El Chapulín Colorado y del show de situaciones cortas de Los Supergenios… se vio consolidado con El Chavo del Ocho. Todavía el llanto del protagonista no se había convertido en el pi, pi, pi que cualquier televidente puede imitar, es cierto: en la comedia, los personajes se tallan con buriles algo más gruesos que el drama. Pero cuando esos relieves son atinados, siempre acaban convertidos en volúmenes memorables
La vida del niño sin familia, que dormía en el apartamento número 8 de una vecindad que nunca nos llevó más allá de dos patios comunes y tres apartamentos, sigue emitiéndose en al menos 18 países del mundo. Quienes contabilizan los récords rayocatódicos han dicho que más de treinta millones de espectadores han visto este seriado en más de noventa países.
El mismo país que dio al recientemente homenajeado Cantinflas y a Tin Tan Valdés, el epítome del ciudadano fronterizo del siglo veinte, tuvo entre sus hermanos de la comedia televisiva (y para muchos menor) al más eficaz exportador de la cultura mexicana en Technicolor. Eso en un mundo fiero como el prime-time familiar, el lunes a viernes, el frenético mundo de la televisión exitosa.
Fue mucho más que utilizar un fondo azul o verde para volar, viajar al espacio, reducir su tamaño o aumentar el nuestro. El mundo no necesitaba a un cómico más queriendo cruzar la frontera a recuperar Los Ángeles. Era el momento de aprovechar el humor como la única estrategia para reconocer la debilidad y esgrimir el chiste como arma demoledora. Porque ser valiente no tiene nada que ver con no sentir miedo, sino con estar del lado de la justicia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario